EL PAÍS DESAFORTUNADO EN QUE VIVIMOS.
Publicado por jcsm, Posteado enPolítica, Opinión
Sr. Director: soy un ciudadano de “a pie”, esto es, como la inmensa mayoría de los que pueblan este desdichado país. También soy un decepcionado de la política, en todas sus variantes y colores, con sus maniobras y palabras huecas (cuando no directamente falsas) que se mueven por afán de poder, codicia o ambos supuestos unidos.
Me gano la vida (cada vez peor, claro) ejerciendo honesta y eficazmente mi oficio: la Medicina, lo cual entraña enormes responsabilidades tanto éticas como, llegado el caso, penales. Esta responsabilidad que en no pocas ocasiones muestra su rostro más trágico, no se haya suficientemente valorada, entendida y, mucho menos, remunerada. Desde luego a años luz de la que tienen sus señorías, sentados cómodamente en sus escaños (cuando lo hacen) y con la enorme y fatigosa carga de aplaudir al intrépido líder de turno tras sus arengas fatuas o, incluso soltar alguna perla barriobajera e insultante hacia sus conciudadanos como hace pocos días hubo ocasión de comprobar, para vergüenza de la mayoría de españoles que la escucharon o tuvieron cumplida noticia de hecho (afortunadamente para la audaz protagonista del hecho -hay que ver como están los colegios de pago- sus correligionarios no compartieron semejante sentimiento, antes bien, lo aplaudieron y felicitaron como felicísima ocurrencia).
Me consta que estas líneas son de una gran ingenuidad y que nadie va tomarlas en serio, pero, aun sabiéndolo, no quiero dejar pasar la oportunidad de verter aquí ciertas cuestiones que me descorazonan, angustian y me instalan en la más absoluta perplejidad, sin embargo continuaré desgranando mis inquietudes y pesares por si alguien tiene a bien ofrecer alguna explicación que no quede en vaguedades y palabrería sin sentido (el lenguaje de la Política) sino con la valentía y el arrojo que debiera ser moneda corriente en sus comparecencias. Si tales explicaciones se atienen a la coherencia, sensatez y, sobre todo, a la verdad, nada tendré que oponer. Antes bien, pediré disculpas por mi desacertado análisis y opinión. Aunque soy bastante escéptico sobre tal resultado.
La semana pasada el Ministro de Economía (o de Hacienda, no estoy seguro) afirmaba que las Arcas públicas se hallan prácticamente vacías; que no queda margen de maniobra y resulta imperativo que todos hagamos sacrificios. Hasta aquí sin pegas, pero ¿podría detallarnos cuales son los “sacrificios” que la clase política está dispuesta a hacer? A poca capacidad de cálculo que se posea no es difícil llegar a la conclusión de que una rebaja del 7% del salario junto a la brutal subida de impuestos no quebrantan del mismo modo a aquellos que cobran 7000 euros al mes, al mismo tiempo que otras jugosas remuneraciones por ignotas ocupaciones, sin duda de grande valor y beneficio para la nación, que a los que solo disponen de 1000. Que cuando se ha de pagar una hipoteca y, a la vez alimentar y educar a los hijos, ese expolio no puede asumirse y se condena, al ciudadano, a la miseria, el desarraigo o, lo que es peor, a la delincuencia que en estos casos la “Justicia” si persigue mientras mira para otro lado ante casos flagrantes de millonarios desfalcos, abusos y rapiñas cometidas por individuos/as que pertenecen a la casta de “los intocables”. No será fácil olvidar el caso de un magistrado “¿cabe mayor sarcasmo?” que tras abandonar su cargo obligado por el escándalo de sus prácticas fraudulentas, tiene la osadía y desfachatez de solicitar el cobro de una indemnización millonaria que le corresponde como alto cargo. El hecho en sí no supone algo demasiado grave. Resulta coherente con su condición de delincuente. Lo grave, lo alarmante y que denigra a la institución judicial, es que los que deben velar por ella sean los que acceden a su petición con el falaz argumento de que es legal. Esto es que se halla reglamentado y se atiene a lo legislado.
Llegados a este punto me inquieta que no se distinga lo legal con lo lícito o ético (relativo a la moral, me veo en la obligación de añadir). ¿Porqué se persigue y condena a un ratero o un traficante sin son inmensamente menos dañinos a la sociedad que esta jauría depredadora, a la que, sin embargo, se la arropa y premia. Semejante episodio resulta ser un excelente ejemplo que invita a seguir sus pasos, considerando que el Presidente del Tribunal que se autocalifica como progresista consiente en ello. Desde luego podemos estar seguros que “el progreso” tal y como lo ven algunos reserva sorpresas y matices insospechados hasta ahora.
Otra cuestión ¿Podría explicarme alguien, sin vaguedades ni rizos dialécticos porqué aquellos que han sido elegidos por el pueblo, se sirven de los ciudadanos en lugar de servirlos a ellos?
¿Cuál es la necesidad de tanto político, multiplicidad de Altos Cargos (o “Altas Cargas “por utilizar el lenguaje al uso) e instituciones estatales, autonómicas, regionales o parcelarias, sin contar la enorme cantidad de asesores que nadie sabe como asesoran (no al menos con la debida pericia o sabiduría) ni a quien. ¿Alguien se ha tomado la molestia de hacer una simple suma y calcular lo que cuesta al país? ¿Cuántos representantes (no me refiero a los deportistas), delegados y “correveydiles” han acudido a las Olimpiadas con gastos pagados y sustanciosas dietas que se detraen de las arcas públicas? ¿A cuanto asciende ese despilfarro que el pueblo llano deberá pagar con más ajustes?
En fin no creo que deba extenderme más, pese a que mucho es lo que se queda en el tintero, pero serían necesarias demasiadas páginas y una ingente cantidad de tiempo, del que yo carezco para escribir tanto y los hipotéticos lectores para dedicarle su atención.
Un saludo.