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viernes

23

noviembre 2012

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El mendicante

Publicado por , Posteado enOpinión

 

Creo que ver comer a un mendicante es una de las escenas más tristes que nadie puede presenciar. La impaciencia, encarnada en su rostro, la derrota rezumando por su mejilla, y después, un escalofrío interno, que muda en incertidumbre tras dar el último bocado.
Verlo expirar puede ser una escena mucho más bella, y mucho más sincera, pues el que perciba lástima será el más cruel de todos ellos, y el más hipócrita. Un supuesto sentimiento noble mientras te atiborras en el sofá de tu casa.
Un creyente se autoconvencerá de que la compensación divina lo ascendió a los cielos.
Un valiente alegará que tuvo suerte al evadirse por fin de esta puta mierda, habrá quienes lleguen a sentir hasta cierta envidia.
Ya que si este pobre luchador sigue comiendo, no hará más que aumentar su agonía por un breve período de tiempo.
Maldita falsa moral, ni siquiera eres capaz de saborear una de las 5 comidas que tomas al día.
Y te permites el lujo de sentir lástima por alguien que te lleva muy por delante, tan sólo porque la crueldad residiría en no sentirla. Ya que su situación te fuerza a agradecer la tuya, y a sentir pena como condicionamiento social.
La verdadera pena la siente él por ti, al ver que la vida te privó del sentido del gusto, y tal vez de algún otro.
Sois exactamente igual de felices, o de infelices. Tan sólo vanos adjetivos con los que etiquetarnos vistos desde arriba. Casa, coche y familia, tome su adjetivo, si no está satisfecho puede metérselo por el culo, no hay otro para usted. Uf, sin casa, ni familia, mucho menos un coche de lujo, lo lamento, este es el suyo, buena suerte. Y otra vez lástima.
Da igual vuestra etiqueta, estáis igual de jodidos. Unos por los insípidos excesos, otros por los escasos bocados.
Tan sólo queda esperar, unos a ese tal dios del que tanto habla la muchedumbre, otros a esa Muerte que tanto ansiamos.
Alcohol, juego, drogas, vicios, violencia, mentiras, maltratos, humos de colores, falsas miradas, y todo ello guiado por la puta más barata de todas, La Hipocresía.
Tranquilos, todavía queda algo puro dentro de este estercolero rebosante de excesos. Lo siento creyentes, no es vuestro patético dios, para los valientes, aquí no hay plegarias, tan sólo arrepentimiento barato a 10 centavos la garrafa.
El mínimo de pureza que queda se refleja en el que parece ser nuestro enemigo número uno, y nos dará por el culo a todos tarde o temprano.
La naturaleza sabrá qué hacer con sus verdugos, y cuando llegue el día sonreiremos, unos creyendo ascender al séptimo cielo, otros, por haber alcanzado aquello que nuestro subconsciente tanto ansía, esa dulce, enigmática, y sencilla Muerte.
Disfrútenla.

 

Fdo: Un Hipócrita

http://alfonso-gonzalez-varela.webnode.es/blog/


 

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