Cartas al Director

En la que estamos, hay algunos que pretenden tirar para delante modificando aquí y allá algunas cosas superficiales sin atender a nuestro gran problema de infantilización social y adocenamiento. Teniendo en cuenta, además, que este Poder artero sabe tocar oportunamente las teclas del miedo cuando le interesa, parecería tarea imposible la nuestra si no confiáramos (aunque nos llamen «moralistas», jeje…) en esa otra faceta del ser humano, sorprendente e imprevisible, que es capaz de rescatar al guerrero infatigable que lleva dentro y trasformar su débil condición en la de auténticos héroes.
A pesar de que el adoctrinamiento social, «educación» que llaman algunos –que poco tiene que ver con la formación integral del individuo–, ha fomentado la estupidez y la inconsciencia de muchos chavales y chavalas (que esperemos poder rescatar con el tiempo), existe otro sector de la población juvenil, en el que confío, que está pujando por la trasformación social, que no desea más consumismo, sino vivir aligerando el petate, compartiendo y buscando cauces de colaboración. Única manera que ven de poder cambiar esta gran mentira social que nos axfisia a todos. Y todo ello desde la verdad, no absoluta desde luego, pero sí suficiente y operativa, que se irá vislumbrando según vayamos aprendiendo a renunciar, además de al consumismo, a nuestros egos. Comprendiendo la vaciedad a que nos llevan ambas cosas.
Los mimbres están ahí, pero hay una cosa importante que nos va exigir templanza y tener los ojos muy abiertos, para poder separar la paja del trigo y no venirnos abajo. Hay que sacudirse y desenmascarar a aquellos que pretenden seguir –engañándose ellos y engañándonos a todos– hozando alrededor del pesebre, que no buscan madurar, sino satisfaccer su faceta más primaria, más superficial.
De todas formas, a falta de retoques en la estrategía revolucionaria, entiendo yo que la Gran Rebelión (la Revolución de Consciencia) ha comenzado y está en marcha.
Hay que confiar por tanto en lo mejor del ser humano, afinar y ponernos a punto en esa dirección y, también –porque surgirán dudas–, no desesperarse si no acertamos a trasmitir, o nos encontramos en algunos casos con fuertes resitencias. En estos casos, habrá que sacudirse el polvo sin darle muchas vueltas y seguir adelante: a otra cosa, mariposa.