Cartas al Director

Desde niños sembraron en nosotros las semillas de la escasez. No éramos lo suficientemente guapos, listos, habilidosos, prudentes y un largo etcétera de letanías, nos decían, que aún resuenan en nosotros.
De la misma manera, nos hicieron creer que teníamos que trabajar duro para poder vivir. Además, claro, de ser dóciles y dependientes de autoridades externas (no confundir con el papel de los responsables de nuestra tutela en las primeras fases del desarrollo)
La conciencia de escasez se sembró así en nuestras mentes y condicionó que nos peleáramos y estuviéramos divididos.
Estas enseñanzas erróneas –y líbreme Dios de culpar a padres y maestros, educados de esta forma–, estos corsés mentales con los que pensaban tenían la obligación de sujetarnos, llegado el atual nivel de comprensión, debemos desterrarlos. Pues solo sirven para que castas de poder avariciosas (de muchas maneras distintas) ejerzan el control social a sus anchas.
Son un grupo de poder selecto que maneja la alta tecnología, e intentan marcar a través del G20 y grupos aún mucho más oscuros, no solo el ritmo tecnológico mundial, sino el de todas las áreas de la vida, “grandes” y “pequeñas”.
Nos han hecho desconfiar de nosotros mismos, de la abundancia de nuestros dones y talentos, y es esto lo que básicamente hemos de comprender, para, hecho esto, poder manifestar luego nuestra potencialidad dormida o anestesiada. Que, no lo duden, está creciendo a nivel exponencial, aunque algunos se empeñen tozudamente en oscurecerla.