El dulce clamor de la Esperanza
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Día 18 de diciembre se celebró la fiesta de la Virgen de la Esperanza.
Esta fiesta se celebra una semana antes del día de Navidad y se celebra para conmemorar la expectación de María ante la proximidad del parto. En muchos lugares de nuestra tierra se tiene devoción a esta advocación mariana, siendo estas normalmente advocaciones que hacen referencia a la semana Santa.
En Sevilla, en concreto, el título de esperanza lo llevan cinco vírgenes:
- Esperanza Macarena, Esperanza de Triana, Gracia y Esperanza, la Virgen de la O y Esperanza Trinitaria.
Quiere decir que en Sevilla, como en tantos otros lugares, la semana Santa se viste de clamorosa esperanza.
Y además en la mayoría de los casos estas devociones ocupan un lugar especialísimo dentro del marco inconfundible y privilegiado de la semana Santa.
La Esperanza para los cristianos, además del nombre que se le da a la Virgen, como no podía ser de otra manera, pues la Virgen es la gran esperanza de los cristianos, es una virtud teologal.
Las virtudes teologales son tres: fe, esperanza y caridad.
La virtud de la esperanza es la confirmación de que tras la espera viene todo lo bueno que la fe nos promete.
¿Y qué es eso bueno que la fe nos promete?
¿Cuál es el contenido pleno de la gran promesa?
La promesa es vivir inmersos en la exuberante y dichosa plenitud del amor. Vivir inmersos en Dios.
Por lo tanto ante la adversidad, ante la contradicción, ante el desaliento, ante la tristeza, tenemos que saber que ante todo: brilla la esperanza, y que la esperanza es la certeza de que aquello que Dios nos ha dicho en su día se cumplirá.
Por lo tanto no podemos quedarnos tras los nubarrones del mal en sus diversas formas y tenemos que descubrir, cada día, la belleza que esconden la fe y el amor.
Ciertamente nuestro mundo de hoy no es un mundo apetecible para vivir con optimismo la esperanza, pero tenemos que tener una fe suficiente como para darnos cuenta de que la esperanza da color y viveza a la oscuridad de tantos y tantos acontecimientos.
Nuestro Dios es un Dios de esperanza y por lo tanto esa esperanza y sus sabrosos frutos nos llegaran a todos; y mientras nos toca actuar y perseverar fielmente con el objetivo de construir un mundo mejor, un mundo en el que la esperanza, la fe y la caridad florezcan y resplandezcan en todo y para todos.