El chapucero.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Si en un momento determinado tienes que hacer un chapuz, para hacerlo, puedes encargárselo a cualquiera; cualquiera es útil.
Para un trabajo digno, para conseguir un “algo” divino, para hacer una obra con la que arrancarle a Dios un vendaval de gracias, para una labor de orfebrería espiritual, no vale cualquiera; para ello, no es suficiente con: “este mismo vale”, porqué ese mismo quizás no valga; porque ese mismo, que quizás valdría para otra bella obra, en este caso, podría acabar convirtiendo esa maravillosa orfebrería en un conjunto de piezas inconexas de mercadillo barato y barriobajero.
No podemos dejar hacer todo, a alguien que sólo busca en el hacer: el cumplimiento: “cumplo y miento”.
No podemos dejar hacer, a alguien que -como causa para hacer- sólo busca el cumplir, el compromiso; pues el compromiso, en sí mismo, ya es el gran defecto de la gran obra. El compromiso es lo que hace que una obra de Dios se convierta en un amasijo desvalijado: sin forma, sin utilidad, sin belleza, sin sentido.
Dios es un artista de maestría singular; y el que quiera trabajar para Él, tiene que poner:
- Vocación, entusiasmo, cariño, profesionalidad, empeño, tacto, sabiduría, ciencia, talento, dedicación, ingenio, amabilidad, rectitud, grandeza de espíritu, esperanza y amor.
Y tiene que dejar a un lado:
- La triste careta de una tibieza desmedida, la apatía, la desgana, la comodidad, el salir del paso, el ir tirando, la vulgar ineficacia.
Hoy, Jesucristo tiene pocos obreros, y de esos pocos, muchos somos:
- Funcionarios del escaqueo; obreros sin garra; seguidores sin agallas; y personajes desgraciadamente muy poco ejemplares, en cuanto a la misión encomendada se refiere.
Y así nos va, arrastrando el fruto ineficaz y caduco de nuestra triste y desesperanzadora mezquindad.
Todo nos va acompasado, con esa penumbra grisácea que acompaña a un horizonte: tormentoso, tenebroso, fúnebre y funesto.