El bullying que acorrala a los “Brillantes”
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Sus primeros recuerdos como víctima de acoso escolar se remontan a cuando tenía cuatro años: Idiota, raro, alienígena…
Durante mi infancia, cuenta Hugo:
- «Sufrí constantes vejaciones y agresiones físicas. Me insultaban y me apaleaban. Utilizaban lapiceros para clavarlos en mi espalda y aún hoy tengo las marcas; ahora tengo 14 años e innumerables secuelas, emocionales y físicas por ese maltrato al que ha estado sometido varios cursos”.
¿Mi pecado? Ser diferente:
- Tener un cerebro especial.
Tener un cociente intelectual más allá de lo estándar.
- Sólo por eso, me han esperado detrás de un árbol para golpearme entre varios de mis compañeros de clase, me han lanzado piedras, me han pegado con palos…
Desde que tengo consciencia:
- “He sufrido el repudio constante de quienes me rodeaban. O me excluían de los juegos o me obligaban a participar en el fútbol. La discriminación era diaria».
Como él mismo explica:
- “No contaba ni con el apoyo de la profesora, quien me castigaba sin recreo durante meses, a oscuras en el aula. Se enojaba cada vez que resolvía sus preguntas de forma distinta a los demás e insistía en que mis respuestas no eran las correctas. Se volvía iracunda, me ponía ejercicio extra e incluso me llevaba a dirección».
Y nos explica Isabel Ancillo, psicóloga y psicopedagoga especializada en la atención de personas superdotadas:
- “Por desgracia, el bullying que ha sufrido no es un caso aislado. Se habla de que alrededor de un 80% de los niños con altas capacidades sufren acoso escolar en primaria”.
De hecho, la Confederación Española de Altas Capacidades Intelectuales ha denunciado en varias ocasiones que los menores superdotados tienen más riesgo de ser víctimas de ‘bullying’ y pide a las administraciones educativas que colaboren en la búsqueda de soluciones.
Se calcula que entre el 3% y el 5% de la población es superdotada, lo que equivale a unos 300.000 alumnos españoles. Todos ellos tienen suerte por tener cerebros brillantes, pero tienen, como Hugo, la desgracia de que ello ha sido el motivo que ha perjudicado y trastornado su vida.
Hugo nos dice: «No he sido feliz casi nunca».
Declaración tristemente demoledora. ¡Pero! hoy, Hugo empieza a ver la luz. Lleva dos años en el instituto, ha cambiado de entorno y se siente más integrado con sus actuales compañeros.
Como confirman los expertos, las personas con altas capacidades requieren niveles superiores de:
- Complejidad, abstracción, amplitud, profundidad, retos, conocimientos, y velocidad de desarrollo y aprendizaje.
Sus mentes son deslumbrantes, pero sufren importantes dificultades emocionales.
Los niños superdotados tienen muchos más problemas emocionales que el resto, según un estudio realizado por Joan Freeman, del departamento de Educación Permanente de Londres.
En Australia se hizo un estudio de 20 años en niños con altas capacidades y se comprobó que presentaban:
- “Baja autoestima y niveles de depresión, a veces, muy severos.»
- Y en muchos casos:
«La soledad, el aislamiento social y la amargura».
Cuenta Hugo:
- «He sufrido gran tristeza en mi vida, pero nunca una depresión suficiente como para que me ocurra la situación a la que otros se atienen: suicidio, maltrato hacia otras personas o volverse inestables y abocados a la delincuencia».
En palabras de Ancillo:
- «Las personas superdotadas pueden levantarse eufóricos y por la tarde tener síntomas depresivos. Viven con una alta intensidad emocional que deben aprender a manejar. A veces, de hecho, son diagnosticados erróneamente con trastorno bipolar. También se confunde con esquizofrenia Una sobreestimulación que en muchos casos les lleva incluso a autolesionarse”.
Hugo nos reconoce haberse autolesionado en varias ocasiones en el brazo y ello para descargar ira.
En definitiva, los niños como Hugo no se caracterizan sólo por un cociente intelectual por encima de 130. Es mucho más complejo, algo que abarca a toda la persona.
- «Esta parte de la población es más proclive al fracaso escolar e incluso al consumo de drogas… Se sienten desajustados, viviendo como en otra dimensión a la hora de percibir y comprender el mundo, a las personas… y, el abuso de sustancias, en demasiados casos, resulta el único, aunque efímero, método para soportar la vida».
Fuente: El Mundo