DROGA. COCHES CON EQUÍVOCO.
Publicado por Carmen Amigo, Posteado enOpinión
(Del Libro “ESPAÑA. Melones y Cucurbitáceas”)
Cierto que hay comentarios para todos los gustos en tranvía y autobuses. Así como los hay de aquellos que colgados al teléfono cuentan y explican cuanto de novedad se les ocurre.
Se aproximaba el fin de semana y la atención por curiosa se centró en la señora de pelo rubio que enfadada (oyendo su tono de voz) intentaba convencer vía móvil ¿a su pareja? de que el coche aparcado delante de su puerta del que le informaron no era visita para ella.
Que de normal aquel vehículo estacionaba la mañana de los jueves. Pero también era cierto verlo estacionado en fines de semana. Entonces la estancia en casa de vecino; era la del viento. Entrar y salir. ¿Qué se llevaba…?
Se presumía enfadado… A oídos de la concurrencia el interfecto fantasma. Constatado por la subida en tono de la voz de la dama. Aunque en ningún interés les iba el caso.
¡Vaya enfado! El de la señora.
En corrillo de a dos. Al fondo del autobús hasta donde llegó la conversación al ver que la persona se bajaba en la parada del Buen Suceso ambos se pusieron a la observación y la crítica.
El. – No es de interés de los viajeros sino molestia. ¡Podía haber hablado más bajo!
Ella. –Lo que me ha dado motivo a pensar… Que un coche estacionado en puerta ajena no es lo más adecuado. Ya que da mucho que pensar a quienes desconocen su pertenencia.
El. -No me había parado a reflexionar en ello. ¡Cierto!. Hace unos días me comentaban que cierta persona a la que ayudan económicamente desde una ONG. Les obligaba dicha socorrida; a dejar la furgoneta alejada de varias casas para que no supiesen que le estaban proporcionando comida. ¡Toma! Y el vecino… ¿Querría verse señalado?
Ella. –Esta forma de esconder la necesidad es muy española. Lo peor podría darse (y quizás se dará a menudo) cuando se trata del trapicheo.
El. -Tiene Usted razón no están los tiempos como para confiar.
La ocurrencia de este diálogo tiene base científica. En estudio de la actual Sociedad.
¡Droga! Y drogas. Las que importunan.
Carmen Amigó y Pérez-Mongay