Dios sueña en familia.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
El 4 de octubre, el Papa Francisco inauguró el Sínodo de los Obispos sobre la Familia, con una solemne Misa en la Basílica de San Pedro del Vaticano. En ella participaron todos los Padres Sinodales que, desde la óptica de la fe, reflexionarán, hasta el próximo 25 de octubre, sobre la familia.
La familia que es:
- ”El espléndido tesoro de una Iglesia que: ha sido, es y será siempre entusiasta y fecunda en el amor”
En estos días, del principio del Sínodo, todos los cristianos tenemos que unirnos en oración para pedir insistentemente al Señor por los frutos del mismo y por el acierto en las decisiones de los Padres Sinodales. Hoy día la familia está sometida a constantes y duras pruebas, lo que va en detrimento: de la propia familia, que cada persona, de la sociedad, de la iglesia y del mundo. Nada escapa a la realidad familiar, dado que todos de formas diversas estamos unidos a esta realidad prioritaria y esencial de la vida de las personas. Los destructores de la humanidad, que abundan en muchos lugares, organizan todo tipo de eventos en todo el mundo para destruir a la familia, pues saben que destruida la familia se destruye a la sociedad. Los amigos del diablo que cada vez son más y más peligrosos se organizan también para atacar de diversas formas, algunas muy agresivas, a la familia haciendo con ello tambalearse los cimientos de la estructura social.
Y comienza el Santo Padre:
- Éste es el sueño de Dios para su criatura predilecta:
“Verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación recíproca”.
Francisco dividió la homilía en tres partes:
- El drama de la soledad.
- El amor entre el hombre y la mujer.
- Y la familia.
Sobre la soledad subrayó el Pontífice:
- “La soledad es el drama que aún nos aflige”.
Un tremendo drama y uno de los grandes problemas de la sociedad contemporánea. Y dice:
- “Pienso en los ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos”.
- “Pienso en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas”.
- “Pienso en los emigrantes y los refugiados que huyen de la guerra y la persecución”.
- “Y pienso en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte”.
El Papa enfatizo, despacio, con serena magistralidad, que hoy se vive la paradoja de un mundo ampliamente globalizado:
- En el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia.
- Muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado.
- Tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón.
- Muchos placeres, pero poco amor.
- Tanta libertad, pero poca autonomía….
- “Son cada vez más las personas que se sienten solas”
Y otras muchas:
- “Las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero”.
Francisco insistiendo advirtió sobre el matrimonio:
- “Cada vez hay menos seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor”.
- “El amor: Duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado”.
Pero, además desgraciada e incomprensiblemente:
- “Las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social”.
También dijo con seguridad y firmeza:
- “Dios no ha creado el ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino; y para ver su amor fecundo en los hijos”.
- “Para Dios, el matrimonio no es una utopía de adolescente y en efecto, el miedo de unirse a este gran proyecto paraliza el corazón humano”.
Al hombre de hoy nos dice el Papa:
- “Lo vemos ir tras los amores temporales, pero soñando con el amor auténtico”.
- “Lo vemos correr tras los placeres de la carne, pero deseando la entrega total”.
Y eso es, dice Francisco, lo que hace comprender: “La tristeza de este mundo”.
Y continúa: “En este contexto social y matrimonial bastante difícil, la Iglesia está llamada a vivir su misión en la fidelidad, en la verdad y en la caridad”.
“Por qué, sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo y este es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad”, dijo con palabras de Benedicto XVI.
En definitiva, la Iglesia debe:
- “Vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que –fiel a su naturaleza como madre– se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia”.
- “Así como debe de ser “hospital de campo”, con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; y debe de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de la salvación”.