Cartas al Director

DESCONECTADOS DE NOSOTROS MISMOS, SEGUIMOS SIENDO PRESAS FÁCILES, CARNE DE CAÑÓN.

Los condicionamientos culturales –desde el viejo paradigma piramidal de ordenamiento externo y mando– intentan atarnos a las «necesidades» de la sociedad –las que unos pocos que deciden desde altas instancias, económicas o religiosas, y subsidiariamente políticas, deciden–, hurtándonos con ello la libertad, pues nos alejan de nuestro verdadero sentir, que no tiene por qué estar atado a la «Tradicción».
Estos condicionamientos, cual programas de ordenador, son instalados en nuestras mentes desde la más tierna infancia, y deciden el discurrir de nuestras vidas con sus mandatos.
Descubrir estos saboteadores de nuestro auténtico sentir, de nuestro corazón, requiere reflexión, introspección, para poder detectarlos y liberarnos de su método.
Y una forma de hacerlo es atender a cómo lo formulamos. Escuchar si lo que de verdad nos decimos y «queremos», procede de nosotros, obedece a nuestra decisión o, por contra, es producto de una programación –no aceptada por nuestro corazón y que nos lleva a muchos sufrimientos– de otros.
Otros que, a su vez, fueron programados sin consciencia de lo que hacían por padres, educadores y/o adoctrinadores, en una cadena que nos ha conducido a tener que competir (conciencia de escasez), y desgastarnos, y a enfrentarnos por defender una libertad falsa, impuesta habitualmente desde el dogma.