Democracia y labor educativa
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
El que esto escribe ha estado de profesor de secundaria desde 1976 hasta 2013, quiere decir que comencé mi labor educativa con el comienzo de la democracia, además durante este tiempo me he dedicado en el Instituto a organizar actividades educativa relacionadas con: la paz, la convivencia, el diálogo, el respeto, la tolerancia, la educación en valores, el acoso escolar, la violencia de género y violencia escolar, la interculturalidad, la solidaridad, la amabilidad, la sencillez, la dignidad de la persona……… Esto lo compaginaba con mi labor de Profesor de matemáticas. Es por esto por lo que me atrevo a transmitir este mensaje respecto al perfil de estos 37 años educativos.
Desde los comienzos de la democracia allá por el año 1976 la labor educativa en España ha evolucionado, la evolución no siempre ha sido positiva, pero si ha estado marcada por su trepidante rapidez; teniendo en cuenta que la educación requiere también unas pausas para analizar resultados y comprobar éxitos y mejoras o inconvenientes y retrocesos. En estos 37 años hemos querido transformarlo todo, sin contar con qué hay cosas que no necesitaban tal cambio y que este tan siquiera era oportuno. Los dirigentes políticos, todos fueron relevados de sus puestos en el principio de la democracia. En muchas ocasiones los que llegaron nuevos, para colocarse la correspondiente medalla, lo que hicieron fue cambiar, sin sopesar lo más mínimo si esos cambios educativos nos llevaban a una mayor prosperidad o a un mayor deterioro. Cambiar por cambiar; cambiar no es siempre lo mejor y lo evidencian a mi entender estos años de democracia en los que por querer cambiar tanto se ha perjudicado notablemente la labor educativa. Primero hay que tener en cuenta a dónde se quiere llegar y esto me da la sensación que no se tenía tan claro, sólo se tenía claro que había que huir de las normas y costumbres del totalitarismo imperante durante el tiempo de la dictadura y a veces el solo hecho de que algo pertenecía a aquella época era motivo para el cambio. Recuerdo los comienzos de los años 80 en lo que respecto a los cambios, todo era trepidante, a veces ni los profesores mismos sabíamos por dónde teníamos que ir. Las normas educativas fueron desapareciendo paulatinamente, los criterios de: respeto, valores educativos, valores para el aprendizaje, convivencia escolar, convivencia y amistad, tolerancia, normas de conducta y otras muchas cosas se quisieron suprimir en cuanto que podía significar un: “continuar con el pasado”; pasado que, en todo y cuanto antes, había que olvidar. Se cambiaron: Horas de dedicación al estudio del alumnado en sus casas; desarrollo de las clases; participación de los alumnos en las reuniones de evaluación, hasta los alumnos de 14 años asistían a las evaluaciones; y se dieron lugar a situaciones insólitas como por ejemplo que lo alumnos menores de edad también participaban en los Consejos Escolares con atribuciones parecidas a la de los profesores, participaban con responsabilidades en asuntos de máxima importancia para el desarrollo de la labor educativa. Y todo iba dirigido a facilitar la labor del alumno, a que fuera más llevadera la labor educativa para ellos, esto estaba bien, pero también se pretendió disminuir los deberes de los alumnos y aumentar los derechos, disminuir las horas de trabajo, con lo cual ellos y ellas, se fueron acostumbrando fácilmente: al ocio, a la pérdida de tiempo, a pasar gran parte del día viendo la televisión, a estar en la calle incontroladamente durante mucho tiempo; y por otro lado a disminuir el rendimiento. Con ello pronto empezaron a disminuir los conocimientos y empezó el fracaso escolar; muchedumbres de alumnos que sabían: muy poco o nada, pero que se consideraba que “progresaban adecuadamente”, terminó que se acuñó en aquella época; y que significaba que no sabían apenas nada, pero que para adelante, después la vida misma le serviría para recuperar lo que no habían aprendido. Los alumnos viendo esa flexibilidad en los profesores empezaron a bajar la guardia, fácilmente se deterioraba el ambiente de las aulas, las faltas de respeto eran más habituales, entre los alumnos también había situaciones de acoso e intolerancia, pero todo se entendía que correspondía al periodo de transición educativa inherente a todo cambio. Y todas estas situaciones irregulares, muchas de ellas al menos, han colaborado para dibujar el panorama actual en educación y en conocimientos de los alumnos españoles. En muchos aspectos: “Una auténtica pena”. También el sistema educativo actual no ha sido el más adecuado, la LOGSE ha perjudicado notablemente, según mi entender, al alumnado, se han dado tanta facilidades que el esfuerzo era mínimo. El “progresa adecuadamente” se convirtió en que los alumnos podían pasar de curso con asignaturas suspensas: que si con una, pues que sean dos, pues que sean tres y el tope siempre fue incierto, llegaron hasta contabilizarse cinco suspensos y pasar de un curso a otro. Todo esto sin criterios ni directrices claras; y ello nos ha llevado a la situación actual. He sido, repito, durante 35 años profesor de matemáticas de secundaria y como tal conozco la situación durante este tiempo; y lo que ha sucedido: lo bueno que también lo ha habido y lo malo que ha abundado. Pero el informe Pisa habla por sí solo. Ha habido muy buenos profesores, ha habido muy buenas intenciones, ha habido muchas horas de trabajo, pero la realidad del sistema educativo era totalmente ineficaz. No sé si el sistema educativo que se propone ahora será eficaz, pero la urgencia y la necesidad de cambio exige una respuesta a la situación actual, para no de esta manera intentar no llegar al descalabro más absoluto. Posiblemente tendremos que ir a Finlandia para que allí nos enseñen la eficacia de su aprendizaje; pues si es necesario que los responsables aprendan, que salgan de sus despachos y acudan a otros lugares; eso sí con: menos dietas, menos coches de alta gama y menos gastos, pues España no está para florituras económicas, ni para tanto político que se enriquece a base de realizar actuaciones que no sirven para nada. En España ya estamos un poco hartos de ver muchos gastos y poca o ninguna eficacia; o son tontos, que no lo son o son aprovechados que esto si es más fácil que lo sean. Hay que cambiar pero eficazmente y dando muestras de sobriedad, pues muchos ciudadanos están ya cruzando el umbral de la pobreza, por culpa de los expertos que sólo utilizan su experiencia para enriquecerse y vivir holgadamente o más bien lujosamente; eso sí, levantando pancartas de austeridad para despistar al pueblo llano que ingenuamente, hasta ahora al menos, se lo creía todo; ese pueblo llano ya se va creyendo menos y si seguimos así dejaremos de creer lamentablemente hasta en la mismísima democracia. ¿Qué pena, verdad?