De lo sublime a lo excelso.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
A través de José Luis Martín Descalzo, he encontrado una joya vivencial, humana y espiritual y la he tratado con cuidadoso esmero, delicadamente, con finura; para lograr hacer de ella: una filigrana de arte, un testimonio, un mensaje, un fuego, una luz… y esto, paciente y amorosamente, he conseguido; y yo humildemente, calladamente, hoy y ahora, se lo ofrezco:
Por qué amas tanto a San Francisco le preguntaron…. y respondió:
- “Lo amo porque su alma, a fuerza de amar, ha vencido a la realidad”.
San Francisco había encontrado el secreto:
- “Había transformado: el hambre, el frío, la enfermedad, el desprecio, la injusticia y la fealdad, en un sueño tangible, alborozado y feliz; y más verdadero que la misma verdad”.
Para San Francisco, la «piedra filosofal» no era algo inaccesible, algo fuera del alcance del hombre:
- Para San Francisco la piedra filosofal era su propio corazón.
Así, por este místico milagro, es como él:
- Sometió la realidad, libero al hombre de la fatalidad y transformo en él toda carne en espíritu.
En la vida hay, efectivamente, dos realidades: superpuestas y yuxtapuestas:
- Hay dos realidades: una efímera y otra eterna.
Y la mayor parte de los humanos sólo ven la más superficial.
Acercaos a un hospital.
Entrad en una sala con cinco enfermos afectados de la misma dolencia. Seguramente encontraréis:
- A tres de ellos acorralados por su propia enfermedad.
- A uno, resignado a ella.
- A otro, sereno y quizá radiante.
- ¿Cómo? A fuerza de alma.
O preguntaos por qué dos oficinistas, con el mismo sueldo:
- Uno vive feliz y sin apuros.
- Y al otro no le llega la respiración al cuello.
Y es que, la piedra filosofal existe. No es un sueño romántico.
¿Que cómo es? Cada uno debe encontrar la suya propia.
Podrían servir algunos de estos consejos:
- El primero y el más importante es tener un gran ideal.
- Tener fe en el futuro y confianza en la vida.
- Asumir cada día los problemas de hoy; y no ponernos, anticipadamente, a sufrir por los que podrían, tal vez, llegar.
- Decidirnos a vivir pensando mucho más en lo positivo y bueno que tenemos que en las zonas negras.
- Creer firmemente en el prójimo; y preferir ser engañado una vez por él a pasarnos toda la vida desconfiando de todos.
- Dedicarse más a los problemas del prójimo que a los propios.
- Amar sin preguntarse si nos lo agradecerán.
- A la larga, incluso en este mundo, el amor acaba funcionando.
- Colgar cada noche en el perchero las preocupaciones del día.
- Sonreír, aunque no se tengan ganas.
- Sonreír, sobre todo, si un día se debe decir algo amargo.
- Aprender de los niños, aprender de la gente sencilla, aprender de los humildes, aprender de los santos.
- Dar tiempo al tiempo, pacientemente, sabiendo que las personas como las frutas maduran lentamente.
- No ser demasiado ambiciosos.
Querer pocas y buenas cosas y quererlas apasionadamente.
Y ambicionar siempre y por encima de todo:
- El bien, la verdad, la paz, la armonía, la sencillez…
- Recordar muchas veces al día que tenemos espíritu y alma; y alimentarla, al menos, como alimentamos el cuerpo.
- Hacer, si se puede, un trabajo que amemos, que nos haga felices:
- O si no, al menos, amar lo que tenemos que hacer.
- Descubrir que casi siempre los disgustos que nos llevamos son mayores que los motivos que los causaron.
- Tener objetivos y metas importantes: Luchar por ellos.
- Cuando nos cansemos: ¡Seguir luchando!
- Y seguir de nuevo cuando nos cansemos de seguir.
- Descubrir que es Dios el que nos hará felices, porque Él y no otro es esa piedra filosofal.