Construir el ideal católico en los hijos.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Siguiendo el esmerado esquema del psicólogo y profesor de educación en la Universidad Estatal de Nueva York en Cortland, Thomas Lickona: he construido este artículo breve y conciso para indicar cuales han de ser los firmes pilares del carácter católico de nuestros hijos.
Hoy por desgracia de esto se habla muy poco y se explica muy poco en las catequesis; y es por ello por lo que los cristianos, en estos tiempos difíciles, adolecemos de una formación adecuada, y sin formación a Dios no se le entiende.
Hoy el mundo habla otro lenguaje, muchas veces opuesto a la fe, y los cristianos sin formación y sin la sabiduría Divina y Humana que necesitamos acabamos claudicando ante la avalancha materialista y egoísta de este mundo incrédulo y malintencionado.
Tenemos que empezar a desempolvamos los catecismos de hace al menos 50 años y dejarnos de libros de hoy que solo exponen una caricatura de la fe, una imitación poco profunda descafeinada y poco rigurosa.
Y para comenzar con el carácter católico, la mejor manera es comenzar preguntando:
¿Cuál es el sentido de la vida?
Las Escrituras y la Iglesia nos enseñan que hay tres cuestiones, divinamente ordenados, que dan sentido a la vida:
- La salvación:
- La búsqueda clara de salvar nuestras almas eternas y ayudar a salvar las almas de otros.
- El servicio:
- El usar los dones dados por Dios para el bien de los demás. Lo dones pertenecen a Dios creador y a la creación, de ella vienen y a ella se han de dirigir
- La santificación:
- El crecer en santidad para construir el Reino de Dios aquí en la tierra.
La santificación, que es la esencia de estas importantísimas metas de vida, es básica y primordial para construir el carácter católico.
Podríamos decir que la Salvación es la meta a la que tenemos que llegar a través del Servicio y de la Santificación personal.
Al final del Sermón de la Montaña, Jesús dice algo asombroso:
- “Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48).
San Gregorio lo dijo así:
- «La meta de una vida virtuosa es hacerse igual a Dios.»
Las Escrituras nos dicen:
- «Dios es amor» (1 Jn 4,16).
- Si queremos ser como Dios, nuestra vocación es el amor. La esencia del amor es sacrificarse por el otro, como hizo Jesús.
- “El amor es la donación plena de sí”.
¿Cuál es nuestra meta si queremos desarrollar el carácter católico en nuestros hijos y en nosotros mismos?:
- El carácter de Cristo. Una vida de entrega.
- En resumen, la última misión de cada familia católica, así como la misión de la Iglesia entera, es convertirnos en pequeños Cristos.
- Es fomentar con la ayuda de la gracia de Dios la «transformación» en Cristo que el Espíritu Santo arrancó en nuestro bautismo
¿Cuáles virtudes debemos fomentar?
- Un carácter como Cristo se construye sobre la base de lo que la Iglesia llama «Las Virtudes Naturales.»
Entre las virtudes naturales que deben nutrir las familias y las escuelas están las cuatro promovidas por los griegos de la antigüedad, nombradas en las Escrituras (Sab 8,7) y adoptadas por la Iglesia como las «Virtudes Cardinales»:
- La Prudencia, que nos permite discernir lo que debemos hacer.
- La Justicia, que nos permite respetar los derechos de los demás y darles lo que se les debe.
- La Fortaleza, que nos permite hacer lo correcto en medio de las dificultades.
- La Templanza, que nos permite controlar nuestros deseos y evitar el abuso incluso de placeres legítimos.
Estas virtudes naturales se desarrollan a través del esfuerzo y la práctica con la ayuda de la Gracia de Dios.
Sin embargo, para poder desarrollar un carácter como Cristo, necesitamos algo más que las virtudes naturales, también necesitamos las tres “Virtudes Sobrenaturales” o «Teologales»:
- La Fe en Dios, que nos permite creer en Dios y en las enseñanzas de su Iglesia.
- La Esperanza en Dios, que nos lleva a ver la Vida Eterna como nuestra meta más importante y a poner toda nuestra confianza en Dios.
- El Amor de Dios, que nos permite amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Las tres virtudes teologales se consideran sobrenaturales porque vienen de Dios y tienen como su propósito nuestra participación en la vida divina de Dios.
Como enseña el Catecismo (1813):
- “Las virtudes teologales no están separadas de las virtudes naturales; más bien: fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano”.
El escritor católico Peter Kreeft señala:
- “El cristiano es prudente, justo, valiente y se domina a sí mismo por: la fe en Dios, la esperanza en Dios y el amor a Dios.»
Las virtudes sobrenaturales, como las naturales, se fortalecen a través del esfuerzo y la práctica, en cooperación con la gracia de Dios.