CONSCIENTES DE NUESTRA INVOLUCIÓN, PARA SUPERARLA
Publicado por Gerardo Hdez Zorroza, Posteado enOpinión
Sócrates dijo en su tiempo aquello de “si quieres cambiar el mundo, cámbiate primero a ti mismo”. Porque de nada han servido los cambios estructurales a lo largo de la Historia, pero, cuidado, que no podemos abordar la trasformación individual a la manera acostumbrada, sintiéndonos culpables, como hemos aprendido en nuestra cultura de tradición judeo-cristiana, de todos los errores pasados y maldiciendo lo que hemos sido o somos, sino, muy al contrario, deberemos aceptarlo como parte inevitable de nuestro proceso de aprendizaje, sin condenas.
Y empezar a construir desde ahí, desde la comprensión del error.
Por otra parte, el cambio que exigen los nuevos tiempos no sería bueno llevarlo a cabo practicando, sin más, meras modificaciones aquí o allá, sino que tendrá que ser resultado de algo más profundo. Supondrá abrir los ojos a la realidad y el sentido del ser humano. Y despertar así del mal sueño en el que hemos convertido nuestras relaciones personales, sociales e internacionales.
Comprender que no somos solo un cuerpo que venimos para una actividad que nos permita meramente subsistir, sufriendo y disfrutando, para luego irnos como hemos venido, sino que también participamos de una realidad sutil. Espiritual que también llamamos.
Que somos seres interrelacionados, y no solo en cuanto a lo “material” (nuestros deshechos, incluso nuestra propia descomposición es aprovechada por bacterias y otros organismos), sino, y esto resulta más difícil de comprender, también en cuanto a esa realidad sutil, misteriosa, que evoluciona superando los distintos retos que le son planteados desde la inteligencia implícita en la propia existencia. Que no es meramente competitiva, como formuló Darwin, e insolidaria –como nos han vendido para dividirnos y hacernos competir al servicio de control de determinados intereses ajenos a este plan–, sino que se desarrolla a través de la unión y la cooperación entre las distintas especies. A distintos niveles de evolución y desarrollo, bien es cierto, pero colaborando a la homeostasis (equilibrio) del conjunto.
El sufrimiento evolutivo, así las cosas, es mejor entendido, ya no como morboso castigo de la existencia, sino como una necesidad, inevitable casi siempre, para nuestra superación y trasformación individual y colectiva.