Con arte y belleza, Dios diseña nuestra alma.
Publicado por rafagutierrez, Posteado enOpinión
Hojeando una revista del: “Boletín Salesiano” de verano del 2014 me encontré un artículo fascinante que me llamó especialmente la atención.
Desde que escribo siempre he querido impregnar de belleza y arte lo que hago, he querido también impregnar igualmente de belleza y arte lo referente a la Salvación del hombre por Dios.
Es muy importante descubrir la unión existente: entre belleza y bondad, entre bondad y arte, entre bondad y felicidad, entre amor y belleza, entre belleza y Dios y entre Dios y felicidad.
El arte ha de ser bello y a la vez ha de ser bueno y a la vez nos debe de llevar a ser felices. El ser humano cuando actúa bien, con bondad, sus actuaciones están impregnadas de arte, de belleza y además le hacen feliz y le permiten conectar directamente con ese Dios creador que por el inmenso amor que nos tiene nos regala en plenitud todos sus bienes.
No me resisto a poner como prólogo de esta carta este Mensaje del Concilio Vaticano II a los artistas.
“Este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza como la verdad, es quien pone la alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une las generaciones y las hace comunicarse en la admiración”.
Pienso que sería bueno que sobre estas cuestiones que hablan: de la relación existente entre la belleza y la grandeza de Dios; y también entre la belleza y la verdad; y entre el arte y Dios; se hablará con más frecuencia y se escribiera más sobre ello.
De este inmenso manantial que de Dios emana nos reiteramos siempre en conceptos que son muy importante: el pecado, la gracia, los mandamientos, la fe, el sacrificio, la penitencia, el perdón; pero quizás no elijamos el marco adecuado o no sepamos descubrir la grandiosa vivacidad existente entre esos conceptos trascendente; y es por ello por lo que los despojamos de su belleza, de su bondad, de su arte y de esa felicidad implícita que llevan todas esas cosas que hacen referencia a Dios.
La belleza se comprende cómo esa gracia especial por la que una persona, una cosa, una acción despierta admiración, suscita encanto, fascina, da placer. Sobre ella han hablado no sólo los artistas sino también los filósofos y pensadores de todos los tiempos, distinguiéndose siempre la belleza como característica de determinados objetos y la belleza como algo relacionado con la sensación de placer que produce su contemplación.
Según San Juan Pablo II, a primera vista puede parecer que no hay nada en el evangelio sobre la belleza y el arte. Sin embargo los vínculos existentes son muy fuertes. Nacen sobre todo del hecho de que el Dios del que habla el Evangelio es belleza. Todo lo que está comprendido en el concepto de belleza está comprendido en Dios. Y las criaturas: la naturaleza, las obras de los hombres, las obras de arte; reverberan y reflejan algo de esa belleza. Es decir; la belleza de Dios esta esparcida abundantemente en el mundo visible.
Por eso existe en el alma humana una sensibilidad especial hacia la belleza. Fascina y atrae. En este sentido, ya los pensadores de la antigüedad, como Platón, hacían notar la estrecha vinculación entre la belleza y el bien.
Y Juan Pablo II, comentando el pasaje evangélico del encuentro entre Cristo y el joven rico, dice que al responderle, con aquellas sorprendentes palabra. “Nadie es bueno sino sólo Dios”, en realidad respondía: “Nadie es bello, sino sólo Dios”. Este es cabalmente el vínculo más firme entre el Evangelio y la belleza. Está contenida en toda la creación, en la naturaleza, en el arte, en las obra del hombre. Y el hombre la busca en sus obras y desea introducirla en ellas para luego encontrarla y conocer el bien.
Hay un libro de Juan Pablo II antes de que fuera papa, que recoge cinco meditaciones que les da él a los artistas. El libro se llama: “El Evangelio y el arte”. En estas meditaciones de karol Wojtyla muestra el futuro Santo Padre el vínculo: entre belleza y amor; entre armonía, conciencia estética y conciencia moral; y Wojtyla lo hace buscando y deseando que para el hombre de hoy, para el artista de hoy, el Evangelio vuelva a ser fuente de inquietud creadora y de inspiración literaria, de inspiración en la pintura, y la música, etc.
Por lo tanto en lo que a mí respecta les dejó estas breves pinceladas con las que he querido que vayamos descubriendo esa íntima relación entre belleza y bondad; pues me da la sensación de que en muchas ocasiones descubrimos más fácilmente lo arduo, lo penoso y lo difícil de las cosas buenas y permanece oculto para nosotros: su belleza, su felicidad y su grandeza. En esto tenemos que ahondar para valorar siempre globalmente todo aquello que a Dios hace referencia y no quedarnos siempre con lo pecaminoso, lo difícil o lo feo.