Cartas al Director

Cuando Juan Pablo I fue elegido Papa, se encontró con toda la mafia del Cardenal Marcinkus (el Fray Langostino del Vaticano) en el Banco Ambrosiano (blanqueo de capitales, enredos con la mafia, con los masones…). Escandalizado, inmediatamente ordenó que se aclarara todo y que la Iglesia de Cristo se apartara de todos esos turbios asuntos mundanos. Se comenta que algún Cardenal, al conocer la decisión del Papa, exclamó: “qué horror, hemos elegido Papa a uno que cree en Dios”. Pero se ve que ¿el Espíritu Santo? corrigió rápidamente dicho error, y Juan Pablo I amaneció muerto en su lecho, a los pocos días de su elección.

Cuando es elegido el actual Papa Benedicto XVI, le dicen que en el Banco del Vaticano siguen haciendo de las suyas. El Papa opta por nombrar presidente del banco a su amigo personal Ettore Gatti (alto ejecutivo financiero y miembro del Opus) para que ponga orden. Cuando Ettore ve algo de lo que hay, se asusta y emite un informe a la Fiscalía Italiana. El Cardenal Bertone lo destituye fulminantemente por esa filtración, y comienzan las luchas internas a muerte, en el Vaticano. Ettore Gatti vive actualmente escondido temiendo por su vida, amenazando con publicar información confidencial. La policía ha registrado su casa en varias ocasiones y la mafia lo ha amenazado. Ante este panorama que deja en pañales la película El Padrino III, es normal que Benedicto XVI se acuerde de cómo terminó su antecesor Juan Pablo I, y como es un Papa listo, además de inteligente, ha resulto que el Cielo puede esperar y ha puesto en práctica un lema castrense algo indigno pero muy sabio y eficaz: “soldado que una guerra corre para atrás, sirve para otra guerra”. Y el que venga por detrás, que arree. Bien hecho, Benedicto. Ah, pero lo de la mula y el buey, no te lo perdono ¿eh?
Rafael Bueno.
Córdoba

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