Desde que se firmaron los derechos humanos en el año 1.948 y los derechos universales de los animales treinta años después, se han incumplido en infinidad de ocasiones dichos derechos. Sin embargo, a pesar de que no se garanticen los del hombre no invita a pensar que el animal deba estar infravalorado y por ende, se incumplan sistemáticamente sus derechos, derechos con el mismo valor legal que los del ser humano.

Cualquier fiesta o tradición cultural en la cual el hombre es beligerante y en consecuencia, atenta contra otro ser vivo, poniendo incluso en riesgo su propia integridad física, no debe tener razón de ser.

Más allá de la propia violación de los derechos anteriormente citados, lo que el hombre consigue no es sino sucumbir a una faceta denigrante del ser humano, que a lo largo de la historia, viene repitiéndose de forma frecuente en toda suerte de acontecimientos….Incluso desde un punto de vista religioso e independientemente a cual apelemos, el respeto por la vida es intrínseco e inamovible a todas ellas.

La manera más eficaz de hacer un buen uso de esa particularidad del ser humano llamada consciencia , es a través de un pleno respeto hacia sí mismo y hacia todo ser sintiente con los que comparte el planeta, aprovechando de forma inteligente y sensata los recursos a la vez que facilita el correcto desarrollo de aquellos.

La esencia del ser humano invita a la compasión y el respeto a toda forma de vida. De éste modo, la única justificación para no cumplir con ello viene dada desde una actitud de superioridad y arrogancia, imposibles para alguien que pertenece al género humano y como tal, desarrolla natural, plena y libremente todas sus cualidades.