Excelentísimo Señor Presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid:

Me dirijo a usted con el debido respeto para contarle únicamente mi experiencia personal.
Hace aproximadamente 15 días y de un modo súbito mi vida cambió por completo; sin previo aviso, como suele ser, me fue diagnosticada, en el Hospital Universitario Infanta Sofía, una enfermedad cuyo sólo nombre asusta y que aún mi ánimo no me permite ni escribir (pero tiene usted mi permiso para solicitar a la Consejería de Sanidad mi informe clínico).
Sin dudarlo NI UN SOLO SEGUNDO, el fantástico equipo del mencionado hospital se ofreció a enviarme al Hospital Universitario La Paz, donde según ellos estaban dos de los cirujanos más expertos del mundo en esa, afortunadamente, grave y rara patología.
Nunca les estaré suficientemente agradecido a todos. Dejaron a un lado su honrilla profesional, el pudor natural que todos los seres humanos tenemos a reconocer que por muy buenos que nosotros seamos en lo que hacemos (y desde lo más profundo del corazón le digo que ellos lo son) si alguien puede ayudar más que nosotros a un paciente la obligación moral es indicárselo.
Dejaron a un lado cualquier consideración de tipo económico o personal, se olvidaron de la muy conocida y española “vergüenza torera” y ellos mismos llamarón sus colegas del Hospital Universitario La Paz, que nuevamente sin la más mínima pregunta de áreas o de costes se ofrecieron a visitarme al día siguiente.
Fui sometido a pruebas y estudios muy costosos, siempre con la amabilidad de todo el personal del hospital receptor.
Hace una semana fui intervenido por los Doctores Eduardo Ortiz y Cesar Casado, y aunque soy consciente que me queda un proceso largo por delante, mi enfermedad parece evolucionar favorablemente. El trato recibido por los médicos y por todo el personal del hospital va mucho más de lo que cualquiera podría desear o agradecer.
Durante las largas y algo dolorosas noches de mi estancia en el hospital, unas terribles preguntas me martilleaban la cabeza ¿Qué habría pasado conmigo si mi hospital ya hubiera estado privatizado- externalizado- como a su Excelentísimo señor Consejero le gusta decir? ¿Qué le habrían podido decir los médicos del Hospital Infanta Sofía a su gerente privado para poder justificar mi derivación a un centro público? ¿Les habría valido el argumento aparentemente tan sólido de que allí están los mejores en esta patología? ¿Me lo habrían concedido? ¿Les habría llamado el Director Médico para decirles que, puesto que ellos son excelentes profesionales y lo que había que hacerme fuera es muy costoso, me lo tenían que hacer ellos?
Yo soy médico Sr González y mi conocimiento de la sanidad pública y privada, la razón y el sentimiento me indican que muy probablemente yo no habría podido acceder a la mejor atención posible, a una de las MEJORES SANIDADES DEL MUNDO, LA SANIDAD PÚBLICA MADRILEÑA.
Señor González, desde lo más hondo del corazón, con los ojos llenos de lágrimas, y con los puntos aún hiriéndome la espalda le hago una sola petición: POR FAVOR NO CONSIENTA QUE EN EL FUTURO NINGÚN PACIENTE PUEDA NO TENER LAS MISMAS OPORTUNIDADES QUE YO HE TENIDO. NO EXTERNALICE USTED LA SANIDAD PÚBLICA MADRILEÑA, porque si lo hace, aunque ni usted ni los pacientes lo perciban, algo muy grave habrá ocurrido para muchos enfermos.
Ponga usted todo su empeño en impedir ese cambio, habrá ayudado sin saberlo a miles de pacientes y además seguro que podrá usted dormir mucho mejor toda su vida sabiendo que hizo lo mejor que podía por todos ellos, por todos nosotros.
Reciba mi más cordial y afectuoso saludo

Fdo. Manuel Moriche Carretero
Médico Oftalmólogo