Cartas al Director

Tu voz en la Red

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lunes

4

diciembre 2017

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La presión de El Gran Recapte

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La campaña de El Gran Recapte resulta una loable y necesaria iniciativa que hace emerger una pequeña cuota de generosidad para quienes llenamos la cesta de la compra cada día. Pero también debiera ser una opción y no una obligación, cuando no una opción sujeta a coacción.

Colaborar con el proyecto si uno quiere y en privado, de manera discrecional, sin tener que pasar por la aduana de los simpáticos y admirables voluntarios que te asaltan a la entrada y te estampan la bolsa en la cara con tanta amabilidad que se hace muy embarazoso negarse y no tener que balbucear torpemente con sonrojo y deplorables pretextos. Puede que esa invasiva estrategia sea imprescindible, pero no siempre los medios justifican el fin, por caritativo que sea. Mejor seducir que imponer, mejor sugerir que apremiar y mejor aún la voluntad de cada uno para ser soberano de sus decisiones.

Pero más allá del plausible propósito, acaso fuera más coherente anteponer la libertad de elección al éxito de la operación y que cada uno pudiera decidir si participa o no sin el incómodo acoso pasivo de voluntarios, cajeras y demás compradores como escrutadores de tus actos, de si decides colaborar o no y de si lo haces, de cuan dadivoso consideres has de ser sin que nadie te juzgue desde la distancia con miradas inquisitivas que te hagan sentir mezquino y desalmado.

jueves

31

agosto 2017

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Sí, la culpa es nuestra

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Muchos padres con adolescentes nos quejamos amargamente de su comportamiento y acostumbramos a compartir cuitas cuando departimos con nuestros afligidos semejantes.

Tan sobrados de humildad como ávidos de benevolencia buscamos consuelo a la bancarrota de nuestro proyecto educativo. Aceptamos que no lo hemos hecho bien, asumimos nuestra tierna benevolencia, admitimos ser pusilánimes y nos excusamos con que las circunstancias nos han inducido a todos a obrar de la misma manera, condicionados por las sombras de un pasado donde las palabras autoridad, disciplina y respeto eran un yugo deshonroso del que había que abdicar.

Y así, laxos casi siempre, temerosos en ocasiones y ofuscados permanentemente, contemplamos a la vez que resignadamente toleramos la indolencia de nuestros quinceañeros, su alergia al esfuerzo, su querencia al hedonismo y su incompatibilidad con el compromiso, beneficiarios de un sistema que los ha protegido, mimado y reído todas las gracias envueltas en celofán en lugar de papel de lija. Y maldecimos de haberlos llevado a urgencias por un resfriado o de haberles comprado un pasaje para vivir en Instagram.

Pero, sí, somos culpables, más allá de las coyunturas actuales y de las mutaciones antropológicas, porque no tenemos un plan, porque deslumbrados por la ilusión de tener hijos, ni siquiera nos detenemos a reflexionar cómo queremos educarlos. Y aunque los caminos de la educación también son inescrutables, con un método bien estudiado puede que no estaríamos lamiéndonos las heridas. Lo hemos fiado todo a la improvisación, con miedos y la guardia baja y así nos ha ido.




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viernes

11

agosto 2017

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La medicina de Ney

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Claro que duele. Y que deja un regusto amargo. Como a todos los equipos ya vacunados contra ello, la ruptura del amor eterno cuando surge una oferta mejor. Es humano, es lícito, es natural. Todos, salvo excepciones, nos movemos por dinero. Y puede que Neymar también. El Valencia (Villa, Alcácer, Jordi Alba, André Gomes, Robert…), el Sevilla (Alves, Adriano, Keita, Rakitic, Vidal…) y muchos otros equipos han acabado aceptándolo con naturalidad. El pez grande se come al chico. Y el Barça, aunque le duela admitirlo, ya no es el más poderoso. Y le han dado a probar una cucharada de su propia medicina.

Y Neymar, más allá de los eufemismos espurios para justificar su marcha, de sus compromisos deportivos o de sus deseos de preferir el  Sena al Besós, la torre Eiffel a la Sagrada Familia o el foie gras al pan con tomate, es dueño de su vida y de su futuro, no  del señor Bartomeu ni los cien mil socios del Barça, aunque eso le suponga ahora ser el enemigo público del rebaño barcelonista y convertirse en el ícono de la barbarie verbal de los ultrajados seguidores y siendo los campos de fútbol los coliseos actualizados del imperio romano sería un exceso de  ingenuidad esperar un aplauso para su regreso al Camp Nou.

Pero quizás lo que subyace es la falta de costumbre del FC Barcelona a sentir la desafección y el desaire de un jugador que entiende que estar en el equipo azulgrana no es la mejor opción. Puede que la mayoría considere que pertenecer al Barcelona es la cúspide en la carrera de un futbolista profesional. Y puede que hasta así sea. Un club modélico en muchos sentidos –no tanto en otros-, una plantilla extraordinaria, la integración en el tridente más dominante del mundo, un contrato excepcional, la garantía de alcanzar todos los títulos y una ciudad fascinante. Y además, para ser el número no se puede ser vecino de Messi.




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sábado

29

julio 2017

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La sorpresa de la muerte

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Sigue sorprendiéndonos, aunque llevamos conviviendo con ella toda la vida. La muerte, pese a su antigüedad, es todavía un suceso brusco y desconcertante que nos angustia y sacude subestimando su propia inmortalidad. Consternación, estupor, asombro, conmoción, desconcierto, rabia, nunca hay consuelo ni indulgencia para la realidad más objetiva y tangible. Nunca oportuna, siempre indeseable, jamás anunciada, sin embargo constante, perpetua, reiterativa e imperecedera.

La repudiamos, la ignoramos, la desafiamos incluso, pero comparece puntual cada día, cada hora, cada segundo para consumar la vida y dar sentido a nuestra existencia. Y aún así no la toleramos pese a su manifiesta certeza terrenal y espacial. Ni cuando llega pronto ni cuando lo hace tarde, ni de día ni de noche, ni con sangre ni sin ella. Poderosa, tenaz, silenciosa, agazapada en el devenir diario, epata desde su oculta guarida sin hacer preguntas ni expresar dudas. Quizás lo que verdaderamente debiera asombrarnos es seguir vivos cada día.

 

jueves

6

julio 2017

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VIDAS PRIVADAS

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Vida privada que se exhibe, azucarada, se posturea, amplificada, se regala, acartonada. Se desprecia, se comparte, se prostituye en altavoces y pantallas, símbolo de nuestra pulsión individualista y nuestra codicia presumida. El ego que busca aforo, el pudor que se desvanece y el amor al prójimo como a ti mismo como invasiva obligación. La vida amable, la vida estúpida, la cotidiana impostura de la felicidad como trofeo. La obscenidad como apogeo del egocentrismo.

Privada vida que se ignora, agraviada, se repudia, denostada, se gangrena, desamparada. Se muestra tan borrosa como indiferente, para quienes ni son espectadores ni son nada, parias descastados de un universo que les ha condenado a perpetuar las privaciones de una vida miserable diferida e indiferente a cámara lenta. Una vida que se anuncia sola, que avergüenza, que pone en evidencia. Una vida clandestina sin más guión que la desesperación que ni siquiera nos da una mala digestión.




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viernes

10

febrero 2017

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I robot

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La primera señal fue cuando tuve que resolver una de esas estúpidas captchas para demostrar que no era un robot.  Y la primera alarma cuando no supe resolverla. Lo era?. Me sometí entonces a una minuciosa prospección individual examinando mis hábitos y costumbres a fin de detectar cualquier comportamiento anómalo y sospechoso.

Y empezó el sobresalto recordando lo mucho que me había identificado con aquel I robot de Alan Parsons que aún me sigue fascinando, inspirado en la visionaria obra conceptual sobre las leyes de la robótica de Isaac Asimov. También me atraían los replicantes de Blade Runner, aquellos atormentados clones humanos artificiales, y me identificaba con Kraftwerk y su The Robots, pioneros los alemanes de los conciertos con humanoides suplantándoles en el escenario.

Y confirmé no sin bochorno que había dejado de sentir empatía con el sufrimiento del prójimo, indiferente ante las miserias de los indigentes, ciego frente a las desdichas de los refugiados, impasible, frío y displicente ante la decadencia de un mundo injusto e insolidario.

Aprecié entonces que no estaba sólo, que existían también robots más malvados aún y otros sometidos como esclavos en fábricas explotadoras, víctimas de las redes de prostitución y tantos otros seres desdichados que ejercían como autómatas aún asemejándose a los humanos.

Y ahora que ya se han empezado a implantar chips bajo la piel, la deshumanizada sociedad vaticinada en Blade Runner, espejo de nuestra crisis de valores, donde se han perdido los vínculos emocionales por los meramente instrumentales, no sería de extrañar que los ya emergentes robots artificiales acaben por ser más humanos que nosotros.



martes

15

noviembre 2016

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Regalos, esa lacra

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“No sé que comprarle, tiene de todo”.  Pese a todo, nos obcecamos en cumplir con las imposiciones navideñas no vaya a ser que nuestra desobediencia comporte un cataclismo en el comercio y una profanación a las sagradas tradiciones.

Y el resultado es oprobioso e inmoral. Regalos la mayoría inútiles que se cambian por otros menos incompetentes o en plataformas de segunda mano. Regalos redundantes, superfluos y en la dirección equivocada. Regalos recibidos con un fingido entusiasmo que son sólo un necio formalismo. Regalos que deberían abochornarnos a quienes ya tenemos de todo. Regalos que burocratizan la idiotización de la sociedad consumista que alimentamos entre todos. Regalos que fomentan la tiranía hedonista y enfatizan la desigualdad. Regalos que no reciben los que malviven en la precariedad. Regalos que son una ofensa insolidaria hacia quienes no tienen más regalo que el aire que respiran.


miércoles

5

octubre 2016

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SECUESTRADA

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El derecho de retención que ejercían los clubs sobre los futbolistas desapareció en 1979 mediante un fallo de la Magistratura de Trabajo de Madrid. En aquella época, el club podía retener a un jugador que le interesase aún en desacuerdo con el propio interesado. Se entendió que esa clausula restringía la libertad de los jugadores, que debían de tener derecho a decidir su futuro deportivo.

Y aunque han pasado casi cuarenta años de aquel laudo y la casuística en las relaciones laborales entre clubs y jugadores ha evolucionado, aún se dan casos equiparables y lo que es más deplorable aún, en el deporte amateur, un anacronismo que nos devuelve a las antiguallas de la esclavitud deportiva.

Baloncesto, categoría primera femenina en Cataluña, año 2016 en un prestigioso club de Barcelona. Una jugadora de 18 años anuncia en septiembre, antes de comenzar la temporada, que quiere dejar el club por cuestiones personales, debida y profusamente argumentadas. El club, en principio, parece predispuesto a concederle la baja federativa. Un mes después de reuniones, de dimes y diretes, de mensajes contradictorios, el club cambia súbitamente su política de desvinculaciones y anuncia que así lo hará previo pago de todas las cuotas de la temporada, 350 euros.

Sin una normativa específica, la Federación admite que jugador y club han de llegar a un acuerdo. Pero en esas condiciones, el salvoconducto parece ventajista y revanchista. Aquí tampoco hay derecho de tanteo, otra medida restrictiva al no tratarse de la ACB. Y en cuanto a los derechos de formación o promoción que pudieran estar sujetos a indemnización, tampoco proceden al no haber sido ese club su cuna baloncestística. Y obviamente no estamos hablando de profesionales que cobran dinero, sino de jóvenes que pagan por hacer deporte y a los que las arbitrariedades recaudatorias de ciertos clubs les condenan a pasar por caja para comprar su libertad.



jueves

14

julio 2016

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Campus traumático

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II Campus Playmaker con Sarunas Jasikevicius, como ejemplo. Desgraciadamente, sucede en otros enclaves donde se juntan personas, en éste caso jóvenes, y dónde aún el aprendizaje resulta el motivo capital del evento, aparecen también elementos como la competitividad y en algunos casos, mezclada con la vanidad.

Que unos jugadores sean mejores que otros es consustancial al ejercicio de cualquier actividad grupal. Y que haya mejores personas, con más valores, bondad, educación y humildad, lamentablemente también.

Por eso siempre han existido los prepotentes, arrogantes y opresores que exentos del más básico civismo y urbanidad, se ensañan con los que carecen de unas virtudes deportivas tan desarrolladas como ellos y los humillan de forma degradante y menosprecio bochornoso practicando un modelo de violencia de género inaceptable, producto quizás de una deficiente educación que tampoco deja en buen lugar a sus padres.

También los responsables del campus tienen su cuota indirecta de responsabilidad al no dar unas pautas claras y contundentes donde el respeto y la humildad trasciendan sobre la tecnificación deportiva para evitar que la ilusión de algunos niños termine transfigurada en un episodio traumático.

domingo

12

junio 2016

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La final de cada año

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Puntual, como cada año, llega el recurrente play off final de la ACB y como cada junio, Real Madrid y Barcelona son los invitados a una fiesta donde está reservado el derecho de admisión que entre otros requerimientos no se acepta la entrada a equipos que no formen parte de un club de fútbol.

Una secuela que tiende a perpetuarse endémicamente para solaz de una minoría que empequeñece y crea hastío a los aficionados de dieciséis equipos discriminados por la contaminación futbolística que corrompe una competición desigual. De las cincuenta y nueve Ligas disputadas, cincuenta se las han repartido los sempiternos dominadores del baloncesto español.

Acaso por eso los aficionados al baloncesto vean la misma película cada año y se reservan para esos cinco partidos después de una Liga regular intrascendente y anodina que sirve para bien poco y donde el ganador recibe como premio la ventaja de cancha.

No hay grandes audiencias para el remake, tan cansino como sectario. Quizás porque el sistema no engancha o porque los gestores de la ACB la han devaluado aceptando una competición con dos prebostes, cuatro animadores y doce comparsas donde las cartas ya están marcadas desde el principio.

El titulo alterna entre Madrid o Barcelona dependiendo de los ciclos. Para el resto, migajas. Herbalife, Unicaja, Baskonia y Valencia tienen su límite en ganar uno o dos partidos en las semifinales, mientras que para el resto, además de cuadrar el presupuesto, sólo les queda lograr el prurito de vencer a los poderosos en Liga Regular. Eso sí, no se han de preocupar de la permanencia, que está garantizada porque se juega una competición cerrada donde los ascensos desde la LEB ORO son una utopía.