Hoy acabo de enterarme que a mi madre, casi una octogenaria, residente en el municipio de Herencia, en Ciudad Real, le acaban de retirar la pensión no contributiva que recibía por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, pues a pesar de que el poder económico de la unidad familiar ha disminuido en los últimos años, ahora, con los recortes, alguien ha considerado que no procede que siga recibiendo los poco más de 300 euros mensuales de dicha pensión.
Un nuevo recorte más. Otra vez que nos dan por culo. Estoy francamente asqueado de este país.
Al igual que un toro en una corrida, grotesca fiesta nacional, este país está herido de muerte. Los banqueros le han clavado bien las banderillas del robo, la estafa y la avaricia desmedida; una justicia ineficaz lo ha picado a base de consentir la impunidad de ladrones y corruptos, y una clase política se dispone a rematarlo, con una espada de medidas que sangran a la ciudadanía y echando un capote a sus amiguetes empresarios y asesores enchufados. Y lo más triste de este calamitoso espectáculo es que mientras tanto, la mayor parte de la ciudadanía contempla el escenario desde las barreras, incapaz de comprender en su ignorancia que con su pasividad a todos nos van a cortar las dos orejas y el rabo.
Este año voy a muerte con el inglés, dispuesto a largarme del ruedo que este país. Duro es dejar familia, amigos y la tierra donde has crecido, exiliarte de todo y todos los que amas. No es una aventura. Es una putada. Pero es la última oportunidad de una vida digna. Si funciona, aunque con lágrimas por los que dejo atrás, tengo claro que no volveré, no cometeré el mismo error que otros (cuantos científicos volvieron a España con la promesa de apoyar sus investigaciones, y ahora investigan como ganarse la vida…).
Como dice mi madre en su sabiduría, no me duele lo que he pasado, sino lo que aún me queda…

Jesús Callejas García-Navas, un, tristemente, ciudadano español