Los medios de comunicación estos días bullen en una orgía de monarquismo. La Economía, nos venden ahora, se está recuperando, aunque no el espíritu de los trabajadores, que está a mínimos históricos. Sin pinta de mejorar ni un pimiento además.
Por miedo fundamentalmente a plantar cara a su situación vital, simplificar sus vidas y buscar alternativas, mucha gente va a seguir apostando por sobrevivir en el viejo “sistema”. Se van a perder la oportunidad de vivir de veras.
Los poderes clásicos, pretenden llevarnos, como borregos, hacia un redil que tienen preparado para todos nosotros in mente, según programa elaborado por el Gobierno Mundial (desconocido, aunque algunos ya hablan de él y dan pistas), Bilderberg y compañía.
Pretenden para ello seguir complicándonos la vida a todos, de muchas maneras además, y asfixiar así nuestra creatividad. La que no coincida con sus propósitos, claro.
Lo que no saben es que sus esfuerzos son baldíos, pues su papel en esta representación (la vida) es testimonial. En ella representan el papel –importante, eso sí– de la sombra de la humanidad que, al igual que la sombra de cada uno de nostros, cumple su cometido: el de aumentar nuestra conciencia común, la que muestra nuestro peor lado.
Aunque nuestro impulso inicial sea rechazarlos y rechazar su oscuridad, hemos de reconocer, repito, su importante papel en la evolución de nuestras vidas y de la humanidad en su conjunto.
Por todo ello, hay que dar gracias al “sistema” y gracias también a los medios de comunicación por ese papel que desempeñan, que es: hacer despertar nuestra conciencia individual y colectiva, hacer más luz sobre nosotros mismos.
Animo a todos, amigos, a no quedarnos en el pensamiento, a pasar a la acción, a quitar el inútil miedo que nos atenaza y transitar desde la realidad de animales racionales, terriblemente confundidos, como vemos, en que nos encontramos –sintiéndonos extraños y compitiendo–, a esa otra de seres auténticamente humanos que, tras integrar su sombra, se unen y colaboran (entendiendo previamente, comprendiendo luego, e interiorizando y poniendo en práctica después lo que digo) para no rendirnos nunca y trasformar este mundo en una realidad más elevada.

Hoy domingo en contraportada de El Correo sale una entrevista de Arantza Furundarena, realizada a Cristina Martín Jiménez, periodista sevillana que en los últimos 10 años ha hecho un seguimiento del famoso Club Bilderberg.
De dicha entrevista extraigo lo siguiente: 1.-Que este Club pretende el poder mundial absoluto (Nuevo Orden Mundial del que han hablado los Rockefeller, Bush y Cía). 2.- Que los que pretenden este orden nuevo, bajo la dirección operativa de Henry Kissinger, “fomentan odios, guerras y tensiones para acrecentar su poder y su economía”. 3.- Que bajo la piel de corderos y de promover nuestro bien, en salud, ecología, alimentación, etcétera, esconden sus verdaderas intenciones de privatización (usurpación) de nuestros bienes naturales. 4.- Que los presidentes de los Estados actuales (Obama entre ellos) son meras marionetas en una representación orquestada por ellos. 5.- Que el Papa Francisco (al que asimila con las fuerzas del bien) lo sabe. 6º y último.- Que por todos los medios se nos oculta esta realidad que muchos ya intuyen –¡y vaya que si lo hacen!–, aunque debido a las técnicas de control social impuestas por estos elementos (consumismo, hiper-ocupación, prisa, delegación de funciones, circo mediático y demás historias conocidas), estamos básicamente dormidos.
Hay un último aspecto, al que tenemos que aferrarnos si queremos dejar de ser esclavos: el factor humano, que también se comenta en esta entrevista. En él tenemos que confiar. Para lo cual es imprescindible comprender bien e interiorizar lo que está pasando y, tras ello: ¡despertar, reaccionar y unirnos!
Y no en número solo, sino básicamente en consciencia.

El pensamiento sin bondad, desconectado de nuestro ser interior, tarde o temprano se traduce en violencia. Por contra, el pensamiento bondadoso, en conexión con nuestra divinidad interior, con nuestro sentimiento auténtico que diríamos, crea armonía.

Esta «vista cansada» social, no nos engañemos, debe ser corregida antes que nada individualmente. Desconfiando de personalismos, de las gafas de esos otros, posiblemente también cegatos y/o tramposos.

Hay que abrir bien los ojos y evitar que nos sigan engañando los que están tan interesados en nuestra ceguera. Muy probablemente con otras gafas.

Nos hemos complicado la existencia persiguiendo metas marcadas por otros y nos hemos olvidado de indagar en nosotros mismos, en lo que Somos.
Nuestros trabajos los hemos elegido a menudo al azar, y adaptado (pensando que no existía otra) al modelo social de «desarrollo». No es de extrañar, por tanto, que cada vez exista más gente desarmonizada, que tenga que recurrir a medicamentos y drogas para seguir adelante, para hacer más soportables sus vidas.
Pero no solo hemos olvidado el sentido del trabajo (desarrollar nuestros dones y talentos en sociedad), sino lo que es la felicidad en sí, estar alegres. Pues la alegría no procede de gratificaciones externas, como se piensa, sino que brota espontanea de dentro, de simplificar y desarrollar en libertad nuestros dones y talentos.
Los poderes, por todos los medios de que disponen, han tratado de ocultar esto, pues supondría el fin de su dominación.
Curiosamente, los barrotes que nos mantienen esclavos no son reales, sino puramente mentales. Están hechos de miedo y basados en nuestros condicionamientos mentales de escasez, de competición, de división al fin.
Estamos muchos ya despertando, recordando que, aun siendo muy diversos, somos en esencia Uno. Una misma conciencia, creadora o co-creadora, si prefieren.
El camino no está basado en apostar complejas recetas (conciencia egocéntrica), sino que supone soltar amarras, dejar fluir nuestras vidas y aceptar lo que éstas nos traen. Eligiendo siempre según nuestra forma de sentir auténtica, no según nos han condicionado a pensar o sentir otros. Supone desarrollar con sencillez y simplicidad nuestros dones y talentos.
Los demás, pueden, si quieren, seguir apostando por sus dramas, tienen libre albedrío para hacerlo.

La conciencia de la gente está creciendo paralelamente al caos social. Los viejos paradigmas ya no se sostienen, aunque nos quieran vender otra cosa. Al viejo poder y sus votantes les quedan, como se dice coloquialmente, dos telediarios.
Desde estas líneas aprovecho para animar a la gente a juntarse, a crear pequeños círculos locales conscientes. No cerrados y elitistas, como acostumbramos en el pasado, sino abiertos y participativos, generadores de ideas, co-creadores al fin y al cabo de una nueva manera de vivir. Y digo bien, vivir, que no sobrevivir, como pretenden los poderes.
El ámbito inicial para hacerlo puede ser el local, donde poder conocerse y empezar a aportar todos nuestros distintos talentos. Pero que nadie se equivoque, que no me refiero a un lugar donde tener protagonismo, no, sino donde poder compartir ideas y estudiar luego la forma de llevarlas a la práctica.
Aquí también es fundamental el método, la forma de organizarnos. No pensar en presidencias y sub-presidencias, en más cargos “honoríficos”, sino en responsabilidad, en organizarse y coordinar. En redy de forma transparente, de manera consciente.

CONFIANZA EN LA VIDA (corregido)

El crecimiento en conciencia, aunque ascendente, no es lineal y se parece más a una montaña rusa que asciende, con subidas y bajadas. Esas fases de descenso, que consideramos “negativas”, no debiéramos juzgarlas como “malas”, debiendo comprender por el contrario que son necesarias para hacernos conscientes de nuestras sombras, para realizar nuestro proceso de crecimiento consciente.
Quiero pedir perdón desde estas líneas, a aquellas personas que se hayan sentido juzgadas en mis escritos. En algún caso –como cuando he criticado a los que se reenganchan, por ejemplo– me he dejado llevar por el encono, no buen compañero de viaje, desde luego, pero la intención que suelo mantener en mis críticas no es –y lo expreso aquí meridianamente claro– la de ir en contra sin más (negativa), sino hacer consciente la raíz, las causas que están en el origen de nuestros problemas.
Porque no podemos andarnos con miedo, ni tampoco abordar la curación con pañitos calientes como solemos decir, sino que debemos comprender y aceptar que, cada uno de nosotros, debemos llevar a cabo una profunda transformación de nuestra forma de ver las cosas, y extender luego la nueva consciencia adquirida.
Comprender, también, que el bien y el mal, aunque nos suene muy raro, no existen. Lo que existen son cosas, aspectos, más o menos convenientes para nuestro progreso humano evolutivo. Lo que consideramos “malo” ha sido también necesario, aunque no es necesario que persista. Que es mejor, antes que tarde, abrir los ojos, comprender que hay que cambiar de ciclo. Y como solía decir Jesús de Nazaret: “No podemos poner el vino nuevo en odres viejos” y confiar siempre en la vida (“Mirad los lirios del campo…”)

Sin nada llegué, salvo mi cuerpo físico, y sin nada me iré, llegado el momento, a otro plano de conciencia.
La semilla que porto tiene toda la información necesaria para crecer y desarrollarse. Dispone además de libre albedrío para crear o co-crear la realidad.
De mí depende confiar en la vida como un regalo; de mí depende traspasar el miedo a vivir en plenitud. De mí depende, al fin y a la postre, vivir y dejar de apostar meramente por sobrevivir.
Determinados poderes oscuros, ocultos (y ocultados convenientemente) a la opinión pública, intentan aplicar sus nefastas recetas para que su Nuevo Orden Mundial triunfe. Para ello no cesan de fomentar el miedo y la inconsciencia colectiva a través de nuestra división, desconectados de nuestra reflexión, de nuestro propio ser, fuente primigenia de nuestra dicha.
Pero están condenados a fracasar, pues son muchos sus fallos y el destino está definitivamente en su contra.
Está llegando el tiempo del despertar colectivo. Del sopor, la desidia y la codicia de tantos años oscuros; del miedo a no tener lo suficiente y explotar la Tierra y explotarnos unos a otros sin consciencia.
Disponemos de un talento inimaginable, creador, divino, que ha venido siendo constreñido y manipulado por ese Poder Oscuro. Con él han colaborado y colaboran todos los otros poderes que conocemos, tangibles e intangibles. «Espirituales» que se autoproclaman, fraudulentamente.

Desde niños sembraron en nosotros las semillas de la escasez. No éramos lo suficientemente guapos, listos, habilidosos, prudentes y un largo etcétera de letanías, nos decían, que aún resuenan en nosotros.
De la misma manera, nos hicieron creer que teníamos que trabajar duro para poder vivir. Además, claro, de ser dóciles y dependientes de autoridades externas (no confundir con el papel de los responsables de nuestra tutela en las primeras fases del desarrollo)
La conciencia de escasez se sembró así en nuestras mentes y condicionó que nos peleáramos y estuviéramos divididos.
Estas enseñanzas erróneas –y líbreme Dios de culpar a padres y maestros, educados de esta forma–, estos corsés mentales con los que pensaban tenían la obligación de sujetarnos, llegado el atual nivel de comprensión, debemos desterrarlos. Pues solo sirven para que castas de poder avariciosas (de muchas maneras distintas) ejerzan el control social a sus anchas.
Son un grupo de poder selecto que maneja la alta tecnología, e intentan marcar a través del G20 y grupos aún mucho más oscuros, no solo el ritmo tecnológico mundial, sino el de todas las áreas de la vida, “grandes” y “pequeñas”.
Nos han hecho desconfiar de nosotros mismos, de la abundancia de nuestros dones y talentos, y es esto lo que básicamente hemos de comprender, para, hecho esto, poder manifestar luego nuestra potencialidad dormida o anestesiada. Que, no lo duden, está creciendo a nivel exponencial, aunque algunos se empeñen tozudamente en oscurecerla.

Si a nivel individual no damos pasos hacia la acción, sabemos que es imposible concretar las ideas. A nivel social ocurre igual, y no ponemos cambiar la situación si no cambiamos la puesta en acción (el método) del inmenso caudal de talento e ideas que tenemos.
En uno de mis paseos por el campo con amigos, comentábamos el tema del Estado, los impuestos y la cantidad de agujeros negros por los que se evapora el presupuesto. Luego culpamos a las dificultades para la ejecución de las cosas, a la falta de transparencia (en algunos casos total), a los que se aprovechan de la situación y roban, etc, etc…
Hay, de todas formas, un aspecto que me parece relevante y que, si se me permite, quisiera trasladar a la opinión pública:
Entendiendo que hay un conjunto de servicios que deben garantizarse y que no requieren gran modificación operativa, creo muy práctico, establecer primero un plan de necesidades y aplicar luego las medidas, según la urgencia que requiera cada caso.
Esta plan de necesidades, que puede hacerse utilizando las redes sociales como vehículo –o por otros medios en aquellos casos que no dispongan de Internet–, debería ser el paso primero, no al revés, antes de poner a escote entre todos. Supondría esto, además, un acto de reflexión compartida –incluso sobre la cuestión laboral y el significado del trabajo– que hoy nos podemos permitir.
Hasta ahora hemos sido fácilmente manipulables, y ya es hora de empezar a cambiar de método. Pero no solo en esta cuestión de la cobertura de Servicios Públicos estatales con nuestros impuestos, sino también –y esto daría para un amplio debate– en el uso de NUESTRO talento y de la tecnología de que disponemos. Por cierto, en muy, muy pocas, e inconscientes, manos.