Cartas al Director

Tu voz en la Red

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domingo

17

febrero 2013

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¡Hay que cambiar esto!

Publicado por , Posteado enOpinión

Hemos llegado casi todos a la misma conclusión: los políticos nos han engañado, siguen engañandonos, como si fueramos crios. Podemos prescindir perfectamente de ellos. El problema es echarlos, y este «pequeño» problema tiene, por lo que se ve, una única solución: ¡unirnos! y, si puede ser, conseguir también las sinergias de aquellos que, por «obediencia debida», aun los defienden. Entre todos podemos, ¡vaya que si podemos!, pues, como dice Manuel Castells («Revolución», La Vanguardia, 9-Ferb-13), pueden impedir que ocupemos el Parlamento, pero no podrán evitar que ocupemos todos los edificios oficiales.
Y ahora viene la otra cuestión, la de organizarse. Tengo claro que, para empezar, no hay que mover nada y mantener a los cargos técnicos en sus puestos. Aunque sí que debemos, como he expresado, poner en cuarentena a los políticos.
Existen diversas plataformas sociales, incluso aportaciones individuales que, desde hace tiempo algunos, vienen hablando de la necesidad de un orden social distinto, llevado a cabo a través de cauces distintos de cooperación, colaboración y ayuda mutua, antiguos estos y que la aparición del Estado actual (que Félix Rodrigo Mora sitúa a partir de la Consctitución de 1812, la famosa «Pepa») se encargó de ir destruyendo, falseando además la Historia. Existen en este momento distintos movimientos, como algunos un tanto inconcretos que han surgido en torno al 15-M, EQUO, que ayer mismo leía sus propuestas revolucionarias, además de otra gente que, entiendo yo, sin reclamar protagonismo y con el único fin de colaborar al amplio debate social que necesitamos sobre las causas y posibles soluciones a lo que nos está pasando, están esperando ponerse manos a la obra en esta labor. El liderazgo no tiene por qué ser de nadie en concreto (una fórmula sería que fuera rotatorio), con el único fin de ayudar a hacer luz en esta oscuridad en la que nos movemos y empezar a construir una nueva sociedad desde la verdad. Una verdad que podamos aceptar todos.
Antes de terminar, con vuestro permiso, me gustaría animaros a ver (a través de Yotoube lo hice yo ayer) el video de la ponencia de Mario Alonso Puig que lleva por nombre de «Podemos crear nuestro propio futuro». Un abrazo y muchos ánimos a todos ¡Hay que empezar a cambiar esto!


domingo

17

febrero 2013

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Revolución y recuperación del sujeto humano

Publicado por , Posteado enOpinión

Urge una Rebelión social, que no puede quedarse en mera Reforma con algunos cambios en la esfera institucional que no nos llevan a nada, de chapa y pintura que diríamos, sino que debemos dar respuestas adecuadas, que empiezan por cuestionarse a uno mismo y su responsabilidad en esta situación, en su dejación de uso de su libertad.
Las Revoluciones han ido un paso más allá de las Reformas, pero fueron destructivas y llevadas a cabo sin atender al cambio de conciencia requerido. Debido a ello hemos ido de revolución en revolución sin llevar a cabo el cambio principal, el sustantivo, el del propio sujeto que se construye desde valores y principios auténticamente humanos. Desde la verdad. Los hombres y mujeres que llevaron a cabo las revoluciones fueron hombres muy inconscientes y acabaron recayendo, como era de preveer, en los mismos errores del pasado.
Pienso que la progresiva debacle social, sin remedio en el horizonte, debería facilitar esta tarea y, al tiempo que unidos debatimos y nos ponemos de acuerdo en torno a estos valores y principios, debemos empezar a esbozar los pilares de la nueva sociedad que queremos vea la luz. Desde lo que hemos dicho y que Félix Rodrigo Mora llama, reconstrucción del sujeto.
En esta labor, difícil, es donde debemos aplicarnos sobre todo, y empezar a recuperar al sujeto actual de su falta de madurez originada por el consumismo y su adormecimiento en la dependencia del Estado, falsamente protector como podemos comprobar meridianamente si abrimos los ojos. Estado construido para velar por nosotros y que, ahora que pintan bastos, hemos comprobado por quien vela.
Es bueno mirar la realidad de forma limpia y comprobar cómo nuestras dependencia del Estado (y sus intereses ocultados) nos han convertido, en vez de en seres más libres, en meros instrumentos, dóciles y mecanizados, de producción.
Tenemos que reclamar el respeto por nuestra condición humana, antes de que, sin la más mínima consideración por su parte, nos cuelguen definitivamente el cencerro.
Los cambios históricos, han partido siempre de las élites más formadas y, todos los que tengan algo que decir, algo que poder aportar, deben asumir su responsabilidad y salir a la palestra. Despertar, por tanto, nuestra responsabilidad y contagiar y proponer a la sociedad los cambios, radicales, que precisa. Recuperando lo que nunca debimos perder, y son: los antiguos sistemas de colaboración y ayuda mutua, con sus valores y principios y que, a patir de «La Pepa», La Constitución de Cádiz de 1812, se emepezaron a desmantelar con el caramelo de nuestro mayor y mejor progreso.
Repasemos si no la vida actual, y nuestro afán de entretenimiento y demanda de falsa felicidad, continuos; repasemos las películas y programas que se nos ofrecen con el mismo fin, embrutecernos y amaestrarnos como animales más dóciles de gobernar.
Con el establecimiento de estos diversos elementos de control Estatal (Registro Civil, obligaciones con el Ejército, Policía, etc…) se sustituyeron a los antiguos mecanismo horizontales de participación compartida y autogestión (Concejo abierto, Comunal etc…), por los instrumentos del Estado. Un Estado que vemos, ha fracasado.
El fin, tenemos por delante trabajo. Pero es un trabajo bonito y que nos debe llevar a comprender mejor las causas de nuestra infelicidad actual, a eliminar la basura que acumulamos por doquier y quedarnos con lo que verdaderamente importante, lo que aporta a nuestras vidas creatividad y crecimiento como seres auténticamente conscientes. Espirituales.


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domingo

17

febrero 2013

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Sociedad, Salud y Sistema Sanitario

Publicado por , Posteado enSalud, Opinión

La informatización de procesos es una práctica común que, como todo, llegado un límite, empieza a tener efectos claramente negativos sobre la productividad. La hiper-dependencia informática, además, nos ha debilitado en muchos aspectos, pues tiende a anular las relaciones laborales. Lo que antes se compartía entre compañeros, ahora se discute con una máquina, que en ocasiones te vacila incluso. Que parece insaciable en su hambre de datos y exigencias.
Es una cuestión ésta que seguimos sin querer ver, y quisiera desde aquí romper una lanza en contra de este desarrollo tecnológico sin medida.
En el ambiente laboral en que yo me muevo, no cabe duda, ha contribuido a mejorar el orden en el registro de las historias clínicas, pero ha multiplicado también las demandas de atención y los procesos que se realizan (evitables en muchos casos), al mismo tiempo que los miedos de los pacientes, ya bastante tocaditos, por cierto, en esta «cultura del miedo».
Vivimos inmersos en una cultura estresante, donde la atención sanitaria se presta en muchos casos por profesionales que trabajan al límite, desbordados de demandas y que, por otra parte, han perdido la relación horizontal entre ellos.
Un ejemplo: llega un novato y pregunta cualquier cosa y, lo primero, es remitirle a tal o cual página o programa informático. Apenas se discute entre compañeros, pues han creado comités de «expertos» que son prácticamente los únicos que se reunen para suministrar soluciones. Nos están atontando.
La gente, los pacientes, supongo, perciben el estrés con que funcionamos, pero lo ven «normal», igual que pasa en otras áreas de la sociedad, comentan. Por otra parte, la empatía de muchos deja bastante que desear, pues cada uno va a lo suyo. Vamos a resolver «lo nuestro».
A las jefaturas, este aspecto ha dejado de interesar, más allá de los fríos datos estadísticos. Unos datos que en absoluto son fieles a la realidad de las cosas, además.
Los nuevos profesionales, al igual que en otras áreas de la vida, se han hecho muy dóciles y, a pesar de que se sienten mal a menudo y desbordados en dar respuestas adecuadas, lo toman con resignación. «Es lo que hay», dicen resignados.
Nuestros pacientes, que siguen reclamando además de pastillas y soluciones exprés, en muchos casos humanidad, lo van a tener cada día más crudo, porque estamos programados para dar exclusivamente medicamentos
Es cierto que los médicos nos hemos hecho en general más cercanos y menos soberbios, pero también, que nos están queriendo llevar a creer que las soluciones a los problemas de nuestro tiempo vendrán por la mejora en los procesos telemáticos.
Si sirve de algo, un servidor, que en esto de la asistencia sanitaria ha madurado en situaciones variadas y complejas, les puede asegurar que vamos por mal, muy mal camino. Que tenemos que recuperar las relaciones entre el personal, la conciencia de Equipos de Salud que estamos perdiendo al mismo ritmo que crece el desarrollo telemático.
Tristemente, el interés que mueve a los que están al mando de la nave es particular y, como vemos, pretenden llevar a cabo la privatización de la Sanidad que tienen pensada desde hace años. Y sacar buena tajada del negocio sanitario, al que, ya verán, cómo pronto liberan de esta dependencia tecnológica desbordada.


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domingo

17

febrero 2013

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Violencia de género: replanteamiento global

Publicado por , Posteado enOpinión

A madres y padres oímos decir a menudo «mira que se lo tengo dicho…» o «le he castigado ya cien veces y como si nada»
Está claro que los malos hábitos no se corrigen combatiendo contra ellos, sino cambiándolos por otros saludables. Indagando, además, en la falta de comprensión del individuo y en las raíces o motivos de ello.
La famosa «Ley de Violencia de Género» que entró en vigor en 2005, y que hace sospechoso, por principio, al hombre de malos tratos (con la declaración de la mujer en su contra es suficiente para ser arrestado o sancionado) parece no ha evitado la muerte violenta de mujeres. Es más, una estadística de 2011 indica que, lejos de remitir, se han duplicado estas muertes.
Pretender combatir la violencia mediante medidas judiciales y policiales, como es el caso anterior, no sirve, nunca ha servido. Los cambios tienen que venir de hacer luz sobre las causas primigenias y corregirlas. Darnos cuenta de por qué caminos esta yendo esta sociedad (nos están llevando ciertos intereses más bien, diría yo). Una sociedad de la prisa, del estrés, de la superficialidad y la negación del individuo pensante. Dónde el núcleo familiar cada vez tiene más dificultades para desarrollarse equilibrado. Donde, además, vivimos cada vez más aislados todos en nuestro individualismo, adocenados y dependientes de un Estado paternalista que no solo no resuelve nuestros problemas, sino que los crea.
Todo ello es generador de violencia, que acostumbra a romperse casi siempre por el eslabón más débil. Por eso, insisto, y es el mensaje que me gustaría quedara claro, no sirve pelear contra la «oscuridad» que nos envuelve, sino ponerse a trabajar para cambiar el origen de los problemas que nos acucian. Para hacer la «luz».
Necesitamos nuevos líderes, ideales que seguir, valores en los que formarnos que pongan al individuo en el centro, principios nuevos sobre los que construir la casa social. Y desterrar de una vez la mentira con la que vemos nos pretenden engañar como si fuéramos niños.
Y todo esto, más que desde el pensamiento, aunque también, deberemos llevarlo a cabo desde el «corazón». Poner nuestra mente al servicio del «corazón». Y desterrar de esta forma la violencia que ha crecido alimentada por nuestra superficialidad manifiesta, por nuestro amor patológico, superficial.


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viernes

1

febrero 2013

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Pinceladas de nueva conciencia y organización sociales

Publicado por , Posteado enOpinión

Hay que ir pensando en España en encauzar la erupción social que se está produciendo en respuesta a la corrupción. Ésta respuesta debe sustentarse en valores y principios muy distintos a los que presiden la sociedad de nuestros días. Debemos hacer ver que el miedo a perder lo que tenemos, es el principal activo que tiene el poder que gobierna nuestras sociedades estatales, de forma tan inaudita como organizada.
Tenemos que ir haciendo visible una nueva forma de entender la vida, nuestras relaciones y el trabajo. Salir de este letargo provocado en el que el 99 % hemos delegado nuestra responsabilidad confiados. Habrá que organizar para estas elecciones que están al caer un sistema nuevo de listas abiertas. Y, sobre todo, habrá que resituarnos en torno a los principios comentados y esos valores que no ignoren nuestra condición humana.
Igual habrá que decir a la gente que, para salir del agujero, tengamos que empezar a repartir el trabajo y así poder disfrutar más de la vida, de la familia, de los hijos, de la naturaleza. En vez de seguir tozudos en la competición, establecer nuevos cauces de colaboración y de ayuda. Que nadie intente sacar ventaja es importante, pero para ello hay que hacer una pedagogía que ayude a comprender y trascender el miedo, esa conciencia de escasez que nuestra división ha hecho crecer, pero que, de la misma forma, nuestra unión podrá disminuir, proporcionalmente a nuestra convicción.
Debemos empezar a vernos no como meros receptores de derechos, sino aplicarnos muy especialmente como dadores. Cada uno con sus talentos, ni más ni menos. Hay gente que tiene mucho que decir en este aspecto. Escuchémosles en silencio.
Una cosa más: habremos de ahogar también el ruido de los egos, de esos pedantócratas que sin duda aparecerán. En el anarquismo de la extrema izquierda yo conozco a alguno.
Lo dicho, hay que ir superando los viejos conceptos y centrarnos en lo prioritario, en ir haciendo realidad lo nuevo al tiempo que vamos sustituyendo lo antiguo. Es una tarea que requiere lo mejor de todos nosotros y nosotras, pero que nos eleva y nos hace crecer como ninguna otra.
Un apunte fundamental. Ni un desahucio más. Nadie puede quedar sin pan ni cobijo. Y dejarse ya de pamplinas de caridad cristiana. Hay que hablar de una vez de justicia.
Por otra parte, el dinero hay que verlo como un útil, que no puede servir para esclavizarnos, como está sucediendo. Dinero que ha crecido a la sombra de la especulación y con la permisividad cómplice de estos Estados títere que conocemos. Hemos de dar, pues, la vuelta a la tortilla a esta nueva esclavitud de la era moderna y devolver el valor de este bien al lugar que nunca debió abandonar: el fruto del trabajo.
Es tiempo, en fin, de ayudar y ayudamos a desterrar nuestros miedos. Ese miedo que es nuestro principal enemigo y que nos hace tan fáciles de manipular.
Fdo: Gerardo Hernández Zorroza (Getxo) DNI: 13xxxxxxx8F


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