Cartas al Director

Tu voz en la Red

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jueves

28

febrero 2013

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Aceptar el reto

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El reto para el futuro está en recuperar la fe (llevada a la acción) de todos en poder re-establecer una sociedad consciente, abierta a la participación ciudadana, que esté atenta y rechace cualquier tipo de manipulación. Basada en la búsqueda conjunta de una verdad cuando menos operativa. Y desterrar a toda esta gente, servidores del Estado (del Bien-estar que dicen, jaja…) Los que se han acostumbrado a vivir opíparamente de los impuestos de sus siervos y que, haciendo oídos sordos a las demanadas de justicia externas a su maquinaria, y a la corrupción que infecta hasta las trancas su funcionamiento, han pretendido mantener al aparato político del Estado a salvo de intromisiones. Opaco a la consciencia ciudadana. Necesitamos despertar, contagiarnos. Necesitamos también que gente con entrañas y capacidad de liderazgo esté dispuesta a sumarse a esta revolución ética. Hay que recuperar la esencia misma del ser humano sometida por los Poderes, y recuperar con ello las ansias de verdad y libertad que la definen.


jueves

28

febrero 2013

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CEREMONIA DEL ESPERPENTO Y LECCIONES DE LA VIDA

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Esta ceremonia del esperpento, si la analizamos bien, nos puede servir muy bien para mirar mejor al fondo de esta sociedad y sus valores, y hacernos más conscientes de que debemos recuperar nuestra auténtica guía, que es interior, que ha quedado sepultada por tantas mentiras, por tanta corrupción, por tanto condicionamiento interesado, erróneo siempre, que hemos tenido que soportar y que ahora podemos entender mejor. Mucho mejor.

Re-andar el camino, que diríamos, pero no desde los dictados de estos «guías» ciegos, sino desde nuestra propia guía, desde nuestra libertad interior. Y asumir desde ahí entonces la absoluta responsabilidad de lo que sucede.
Deberemos limpiar también la senda de toda la información equívoca e interesada que recibimos, que no es en muchos casos otra cosa que puro adoctrinamiento.
Un adoctrinamiento al dictado de aquellos que nos han llevado a este nivel de inconsciencia supina, que exige tomar medidas no más desde el miedo (con el que nos controlan), sino desde la dimensión que nos engrandece y nos hace expandirnos y ayudar también a otros, la dimensión del amor.
Porque han sometido nuestra condición humana, nuestra esencia, al servicio de sus intereses productivos y su avaricia. Que no tiene fin, no nos engañemos.

Si miramos en la dirección correcta, la vida nos lleva siempre de la mano, pero no a través del engaño, sino siempre a través de la verdad, de lo auténtico. Y el sufrimiento pasa entonces a ser entendido. Pero no como una venganza de la Existencia miserable, sino como un mero sistema corrector, inevitable, que nos indica que debemos despojarnos de lo falso para crecer, para salir del error que nos atenaza sin piedad.
Ser libres recompensa siempre porque nos hace dichosos y nos ayuda a reconocer lo superfluo, lo que no actúa además como dicen como motor de nuestra Economía, sino como lastre de nuestro auténtico Desarrollo.


miércoles

27

febrero 2013

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AMAESTRAMIENTO SOCIAL: UN APUNTE

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Acabo de ver una viñeta graciosa de Forges, donde los miembros directivos de la Empresa (un grupo hermoso) se dirigen imperativamente a un currante para que aumente su productividad. Lo cual me recuerda al Sistema «Productivo» que domina en la Función Pública, de jefes y jefecillos que tratan de implantar sus propuestas cambiantes, sin discusión además, y que nos están conduciendo a la desunión creciente, a infantilizarnos, amén de la consecuentemente desmotivación.
Nos están amaestrando a base de obligarnos a meter la cabeza, de aumentar el «tiempo útil» de trabajo, dale que dale, sin tiempo apenas para compartir.
En el ámbito en que me muevo, la Asistencia Primaria, los problemas que surgen son resueltos, en vez de por el sentido común y compartiendo las cosas entre compañeros, por Comités de gestión de incidencias, que reciben unos informes que nos animan a rellenar cuando surge algún problema. El más mínimo.
En estas épocas invernales, por ejemplo, las lista de pacientes (habitualmente cada 10 minutos) se puede llegar a duplicar, fruto de las infecciones invernales y sus problemas colaterales añadidos. Amén de la labor administrativa que ocupa, en muchos casos, más de las tres cuartas partes del tiempo de consulta. Sin olvidar otras exigencias modernas (cada día hay más), los avisos domiciliarios…
Desde todos los ámbitos de la sociedad se nos adoctrina a través de la propaganda y se nos amaestra con un trabajo asalariado que aparte de dividirnos cada día más, frecuentemente nos enfrenta y desvía nuestra atención del control al que estamos sometidos y lo que este pretende: anularnos como seres pensantes y frenar así nuestra posible rebeldía.
Este control nos programa como máquinas, midiendo nuestra productividad con parámetros numéricos e intenta, en su inconsciencia, incrementar cada día más el tiempo útil. Una maravilla, vamos…
Hierran gravemente nuestros amaestradores si pretenden anular nuestra inteligencia y nuestras mejores capacidades y nos tratan como «recursos» para sus fines. Pues antes que «recursos», somos seres humanos, y desarrollamos nuestras capacidades sobre todo cuando trabajamos en grupo y en armonía.
Recordar también que la explotación de los «recursos» tiene además un límite. Les remito para ello a todos estos economistas, que abundan en la gestión pública, a la famosa «Ley de los Rendimientos Decrecientes». Aunque nos consideren maquinitas, debieran saber que, superado un dintel de explotación, la productividad, lejos de aumentar, decrece, y no de forma aritmética, sino exponencial.


martes

26

febrero 2013

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Verdad-colaboración versus mentira-competencia

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VERDAD- COLABORACIÓN FRENTE A MENTIRA-COMPETENCIA

Hemos aprendido a hacer de la mentira moneda de cambio. Algunas mentiras son benignas, piadosas, y buscan solamente no ahondar más en la herida. Existen también las mentiras coloquiales, esas que usamos para cuidar y adornar nuestros egos.
Pero hay más, muchas más, como las utilitarias que dicen actúan como una especie de «engrase» del «desarrollo económico». Tan sutiles han llegado a ser que apenas las percibimos porque, entre otras cosas, van envueltas en una especie de barniz mágico que cambia, según interese, el significado de la palabra. Y así, por ejemplo, si rascamos un poquito sobre el término eficiencia, se convierte muchas veces, milagrosamente por lo que se ve, en explotación pura.
Son mentiras que la sociedad se ha acostumbrado a aceptar, aunque de mal gusto, como necesarias. Que nos han vendido además como imprescindibles para dar sustento a nuestro «progreso y desarrollo», contribución necesaria que debemos pagar aunque nos desagraden. Utilizando un símil gastronómico, las metas que frecuentemente perseguimos son como una pizza mohosa que comemos ansiosos cuando tenemos a nuestra disposición otros alimentos sanos y sabrosos.
Pero existe una mentira especialmente gorda, la peor de todas, pues pretende aprovecharse de los mejores propósitos de la gente, que dicen procede de lo divino aunque, si abrimos bien los ojos a su auténtica realidad, lo que pretende es controlarnos.
Son muchos los condicionamientos que debemos superar y que nos han enfrentado y enfrentan aún por cuestiones de creencia, ideología, cultura, idioma u otras cuestiones que no obedecen a nuestra condición humana, sino a su mera superficie.
La reflexión final de todo ello es simple: si queremos cambiar (nosotros primero y nuestro entorno después) es prioritario empezar por comprender y desterrar nuestras mentiras. Esas que en vez de llevarnos a crecer en virtud, colaborar en común y resolver nuestros problemas ayudándonos, nos enfrentan.
Salir de este condicionamiento religioso, político y social en general nefasto es el primer paso para llevar a cabo la Gran Revolución, la única factible, la Revolución Ética sobre la que asentar los pilares de la nueva sociedad. No ese Nuevo Orden Mundial, basado en el militarismo y el Miedo, que pretende un Poder que prepara ya nuevas guerras.
¡Empecemos a vernos como hermanos que somos, y no como enemigos que nos dicen!


martes

26

febrero 2013

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VERDAD-COLABORACIÓN FRENTE A MENTIRA-COMPETENCIA

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Hemos aprendido a hacer de la mentira moneda de cambio. Algunas mentiras son benignas, piadosas, y buscan solamente no ahondar más en la herida. Existen también las mentiras coloquiales, esas que usamos para cuidar y adornar nuestros egos.
Pero hay más, muchas más, como las utilitarias que dicen actúan como una especie de «engrase» del «desarrollo económico». Tan sutiles han llegado a ser que apenas las percibimos porque, entre otras cosas, van envueltas en una especie de barniz mágico que cambian, según interese, de significado y así, por ejemplo, si rascamos un poquito sobre el término eficiencia, se convierte muchas veces, milagrosamente por lo que se ve, en explotación pura.
Son mentiras que la sociedad se ha acostumbrado a aceptar, aunque de mal gusto, como necesarias. Que nos han vendido además como imprescindibles para dar sustento a nuestro «progreso y desarrollo», contribución necesaria que debemos pagar aunque nos desagraden. Utilizando un símil gastronómico, las metas que frecuentemente perseguimos son como una pizza mohosa que comemos ansiosos cuando tenemos a nuestra disposición otros alimentos sanos y sabrosos.
Pero existe una mentira especialmente gorda, la peor de todas, pues pretende aprovecharse de los mejores propósitos de la gente, que dicen procede de lo divino aunque, si abrimos bien los ojos a su auténtica realidad, lo que pretende es controlarnos.
Son muchos los condicionamientos que debemos superar y que nos han enfrentado y enfrentan aún por cuestiones de creencia, ideología, cultura, idioma u otras cuestiones que no obedecen a nuestra condición humana, sino a su mera superficie.
La reflexión final de todo ello es simple: si queremos cambiar (nosotros primero y nuestro entorno después) es prioritario empezar por comprender y desterrar nuestras mentiras. Esas que en vez de llevarnos a crecer en virtud, colaborar en común y resolver nuestros problemas ayudándonos, nos enfrentan.
Salir de este condicionamiento religioso, político y social en general nefasto es el primer paso para llevar a cabo la Gran Revolución, la única factible, la Revolución Ética sobre la que asentar los pilares de la nueva sociedad. No ese Nuevo Orden Mundial, basado en el militarismo y el Miedo que pretende el Poder que prepara nuevas guerras.
¡Empecemos a vernos como hermanos que somos, y no como enemigos que nos dicen!



martes

26

febrero 2013

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Verdad y colaboración frente a mentira y competencia

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Hemos aprendido a hacer de la mentira moneda de cambio. Algunas mentiras son benignas, piadosas, y buscan solamente no ahondar más en la herida. Existen también las mentiras coloquiales, esas que usamos para cuidar y adornar nuestros egos.
Pero hay más, muchas más, como las utilitarias que dicen actúan como una especie de «engrase» del «desarrollo económico». Tan sutiles han llegado a ser que apenas las percibimos porque, entre otras cosas, van envueltas en una especie de barniz mágico que cambia según interese de sentido su significado y así, por ejemplo, si rascamos un poquito sobre el término eficiencia, se convierte a veces, milagrosamente, en explotación pura.
Son mentiras que la sociedad se ha acostumbrado a aceptar, aunque de mal gusto, como necesarias. Imprescindibles nos han vendido para dar sustento a nuestro «progreso» y contribución necesaria que debemos pagar aunque apesten. Utilizando un símil gastronómico, estas metas que frecuentemente perseguimos son como una pizza mohosa que comemos ansiosos cuando tenemos a nuestra disposición otros alimentos sanos y sabrosos.
Pero existe una mentira especialmente gorda, la peor de todas, pues pretende aprovecharse de los mejores propósitos de la gente, que dicen procede de lo divino aunque, si abrimos bien los ojos a su auténtica realidad, lo que pretende es controlarnos.
Son muchos los condicionamientos que debemos superar y que nos han enfrentado y enfrentan aún por cuestiones de creencia, ideología, cultura, idioma u otras cuestiones que no obedecen a nuestra condición humana, sino a su mera superficie.
La reflexión final de todo ello es simple: si queremos cambiar (nosotros primero y nuestro entorno después) es prioritario empezar por comprender y desterrar nuestras mentiras. Esas que en vez de llevarnos a crecer en virtud, colaborar en común y resolver nuestros problemas ayudándonos, nos enfrentan.
Salir de este condicionamiento religioso, político y social en general nefasto es el primer paso para llevar a cabo la Gran Revolución, la única factible, la Revolución Ética sobre la que asentar los pilares de la nueva sociedad. No ese Nuevo Orden Mundial, basado en el militarismo y el Miedo que pretende el Poder que prepara nuevas guerras.
¡Empecemos a vernos como hermanos que somos, y no como enemigos que nos dicen!


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lunes

25

febrero 2013

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Más allá de la no-violencia

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MI OPINION SOBRE LA NO-VIOLENCIA

Cuando hablamos de no violencia, a la fuerza hemos que hablar de Gandhi. Casi todo el mundo piensa –nos han condicionado a pensar así– que su «pacifismo» liberó a la India del colonialismo británico, cuando parece ser que fueron los ingleses los que ya tenían decidido, dada la pobreza y compleja situación interna de la colonia, abandonarla a su suerte. Otra lectura de la Historia dice que Gandhi fue la disculpa perfecta para llevar a cabo su espantada.
Pero hablemos de Gandhi. El Mahatma era un gran hombre, una persona muy estoica, eso sí, un gran santón. Pero su estoicidad no era elaborada, pura, sino forzada, pues procedía de la represión de sus pulsiones. En sus memorias relata la culpabilidad que sintió por no atender a su padre la noche en que murió, en la cual se dejó llevar por la pasión carnal (fruto también de esta represión). En sus memorias hace una especie de catarsis de la culpa que sentía por ese episodio que marcó su vida.
Su no violencia era forzada, impuesta. Al mismo tiempo, Gandhi imponía su férrea disciplina en su Asrham (comunidad). Era tal su celo que no permitía que sus seguidores disfrutaran de la comida en él, imponiendo según cuentan la bebida de un brevaje de sabor desagradable, cuyo fin era arrasar con el gusto, para que no disfrutaran de los alimentos.
Estoy absolutamente en contra de estos sitemas y en contra de la represión sin más, de negarse a disfrutar de la vida en cada etapa y en cada momento con moderación. Y también me parece errónea la mitificación de Gandhi. Una buena persona, sí, pero no un ser verdaderamente consciente.
Discuto, por tanto, ya que me preguntan, esa no-violencia forzada, que en cuanto surge la primera chispa se trasforma en violencia de facto. Creo que para conseguir la paz, primero debemos llevarla cabo en nuestro interior. Para ello debemos estar muy alerta, ser muy conscientes de lo que pretende, que es conquistar, manipular, someter al otro a nuestros designios. Debemos, asimismo, aprender a reconocerla antes incluso de que aparezcan los primeros signos o síntomas de alerta. Cuando estos empiezan a alterar nuestra respiración y alientan pensamientos hostiles.
A nivel práctico, expres que diríamos, que nos reclama además esta sociedad de la prisa, te diré lo siguiente: Si queremos Paz con mayúsculas, lo primero es abrir bien los ojos hacia dentro y, lo segundo, abrir también muy bien los ojos hacia fuera y no dejarnos convencer por manipulaciones simples. Analizar bien las raíces de la violencia: entre las personas, los Estados y las Naciones. Para poder salir de esta Babia social y no permitir que la gente que gobierna los Estados, sean estos poderosos o no, nos sigan engañando y manipulando, mientras nosotros, adultos que nos consideramos, seguimos creyendo en los Reyes Magos


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lunes

25

febrero 2013

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El Poder y la obediencia

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Si repasamos el modus operandi del Poder en sus distintas facetas, política, económica y religiosa, comprobamos que siempre es el mismo. Pues todos los sistemas de dominación son jerárquicos y lejos de pretender alimentar la consciencia del hombre, buscan su docilidad.
Estos Sistemas jerarquizados han ido destruyendo sistemáticamente todos los intentos pasados de colaboración humana y ayuda mutua.
En lo religioso, las comunidades de base, han sido miradas con lupa y acabado siendo desnaturalizadas, obligadas siempre a someterse a la ortodoxia impuesta desde la cúpula. Corrupta como está quedando visualizada actualmente a los ojos de todos los que quieran ver.
En lo político-económico (que tanto monta, monta tanto), los pasos dados hacia una supuesta «Globalización» han sido, simple y llanamente, un intento avanzado de sometimiento de la población mundial a los dictados de la Economía. Una «Economía» que, lejos de ayudar a facilitar el movimiento del dinero para servir a la faceta productiva y de desarrollo del ser humano consciente, se ha convertido en un fin en sí misma, un auténtico cáncer del Sistema. Cada vez hay más dinero que se mueve más rápido por todo el mundo, sin restricciones, pero vemos como solo una mínima proporción del mismo se destina a ayudar a nuevos proyectos y empresas. El resto se mueve, vertiginosamente eso sí, pero solo sirve, está sirviendo, al puro enriquecimiento especulativo
La Revolución, que está dando sus primeros pasos, debe considerar inevitablemente estos aspectos y empezar por el principio, para poder rescatar al ser humano de su obediencia a estas fuerzas ciegas. Fuerzas que ignoran nuestra esencia humana, libre y no destinada a servir a los intereses de este Sistema de Dominación que, convenientemente, se sirve del Estado y sus políticos y satélites, para llevarnos por donde ellos quieren. Aunque, en su ceguera, no están calculando bien las consecuencias de sus actos, entrando las sociedades de las que se sirven, frecuentemente en crisis, cada día más difíciles de solucionar desde sus postulados.
Tendremos que recordar esto, por tanto, y empezar a recuperar al hombre de la acción de estas fuerzas inconscientes y de su deriva actual, absolutamente desastrosa.
La Revolución, ética y de consciencia, basada en principios y valores, en ideales, es inevitable. Y solo está esperando que nos contagiemos unos a otros, que seamos ya tantos los seres conscientes de su necesidad que la podamos hacer factible.
Nos intentarán seguir asustando utilizando el Miedo, pero lo que debemos temer sobremanera es este Sistema de Dominación y su inconsciencia manifiesta.



sábado

23

febrero 2013

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SER VERDADERAMENTE LIBRES (DE CÓMO ESTAMOS CONDICIONADOS)

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Todos nostros, aunque no seamos conscientes en la inmensa mayoría de casos, hemos sido programados mentalmente y tenemos un programa individual, que nos dice cómo han ser las cosas para poder sentirnos felices. Dicho programa, por cierto, ni tan siquiera lo hemos instalado nosotros, sino que fueron nuestros padres, la sociedad, el grupo político o religioso, nuestra «educación» la que formateó nuestro disco duro.
La raíz del sufrimiento viene de ahí, de que pretendemos en todo momento hacer coincidir la vida con esa progración. Nuestro crebro, por tanto, no nos deja experimentar la vida tal y como se desarrolla, para poder trasformarla entonces, y solo entonces, sino que es nuestro programa mental el que continuamente nos sabotea, nos hace sufrir, nos lleva a vivir con orejeras mentales y sufriendo los rigores de nuestra emotividad condicionada, que nos sacude cuando los sucesos de la vida no responden a ese programa con el que nos «educaron», padres, profesores, sacerdotes, líderes políticos, etc…
Pero hay aún más, porque incluso para proteger esa programación, también fuimos programados para no abrigar sospechas ni dudas, para confiar ciegamente en nuestras tradiciones, culturas, religiones. Todo ello para no tener que experimentar sufrimiento, desesperación, miedo.

Antes de seguir, quisiera hacer una distinción entre placer y feicidad. Placer es una cuestión superficial, que obedece a la mera gratificación fisiológíca o emocional (experimentar aquello que coincide con nuestra programación mental, que decíamos). Felicidad, sin embargo, es una cuestión distinta, difícil de explicar (¿como poder explicar la luz a un ciego?), y proviene de un estado de comprensión de las causas de nuestra infelicidad. De las causas de nuestro sufrimiento y preocupaciones, de nuestro miedo. Lo que nos hace sufrir es la experimentación de una realidad de la vida que no obedece, o concuerda, siempre a nuestra programación.
Ser capaces de entender esto, de comprender que somos libres y podemos abandonar nuestros condicionamientos aprendidos, nuestros apegos a las cosas, a las personas, o de seguir esclavos de nuestros deseos superficiales, es el principio de la felicidad.Entender, también, que podemos ser felices con lo que tenemos, en cada momento, sin tener que estar continuamente echando de menos lo que nos falta.De rescatar, al fin y al cabo, nuestro ser de la programación, de este lavado de cerebro político, religioso, familiar y social en general.
El truco del almendruco es comprobar cómo podemos ser felices no solo a través de la consecución de metas futuras (de forma espurea, sino viviendo el aquí y ahora, el eterno aquí y ahora. Y cambiar el sentido de nuestra reflexión que, en vez de dirigirla permanentemente hacia fuera (que también), deberemos trasladarla con frecuencia hacia dentro. Para no vernos obligados ya a cumplir con ninguna programación externa, sino solo a seguir nuestros anhelos más profundos. Los de eso que llamamos «el corazón».
Y recuperar así la senda perdida y no volvernos a perder. Para poder crecer como personas libres. Como seres humanos, conscientes de su esencia profunda e inmaterial.

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sábado

23

febrero 2013

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LAVADO DE CEREBRO, 2ª PARTE. EL TRUCO DEL ALMENDRUCO

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Antes de seguir, quisiera hacer una distinción entre placer y felcidad. Placer es una cuestión superficial, que obedece a la mera gratificación fisiológíca o emocional (experimentar aquello que coincide con nuestra programación mental, que decíamos). Felicidad, sin embargo, es una cuestión distinta, difícil de explicar (¿como poder explicar la luz a un ciego?) y proviene de un estado de comprensión de las causas de nuestra infelicidad. De cuales son las causas de nuestro dolor y preocupaciones, de nuestro miedo. Lo que nos hace sufrir es la experimentación de una realidad de la vida que no obedece, o concuerda siempre, con nuestra programación.
Ser capaces de entender esto, de comprender que somos libres y podemos abandonar nuestros condicionamientos aprendidos, nuestros apegos a las cosas, a las personas, de seguir esclavos de nuestros deseos superficiales es el principio de la felicidad.
Entender también que podemos ser felices con lo que tenemos en cada momento, sin tener que estar continuamente echando de menos lo que nos falta.
Ser capaces de rescatar nuestro ser de esta programación, de este lavado de cerebro general, político, religioso, familiar y social en general es el truco del almendruco. Y comprobar cómo podemos ser felices no a través de la consecución de metas futuras, sino viviendo el aquí y ahora. Cambiar así el sentido de nuestra reflexión y, en vez de dirigirla permanentemente hacia fuera (que también), trasladarla con mucha más frecuencia hacia dentro. Para no cumplir no vernos ya más obligados a cumplir con ninguna programación externa, sino obedecer solo a nuestros anhelos más profundos. Los de eso que llamamos «el corazón».
Y así recuperar la senda, para no perdernos más y crecer como personas. Como auténticos seres humanos.