Creo que es hora de empezar a desenmascarar el adoctrinamiento social. Vivimos según programas instalados por otros en nuestras mentes. Bien sean de padres, ambiente político, religioso, etc…
La televisión y la prensa continuamente lanzan sus consignas para que adaptemos nuestro pensar y comportamiento a los intereses del Sistema de Dominación.
En la década pasada, de movimientos migratorios múltiples, los mensajes de la programación progresista desde sus distintos ambitos de difusión, nos repetían machaconamente las bondades del cruce de razas y culturas, la encumbrada multiculturalidad, dado que en Europa y en España se necesitaba mano de obra. Una inmigración en masa que supuso no solo el desarraigo el inmigrante (y su patología añadida), sino también el caos organizativo-asistencial a distintos niveles y en los distintos lugares de destino.
Desde mi óptica, el ser humano siempre es siempre una prioridad, y el ser humano emigrante, por supuesto (quién me conoce de mi faceta laboral lo podrá atestiguar), lo que no comparto, para nada además, es que esta multiculturalidad que nos venden tenga que ser forzada, obligada y preparada para servir a las necesidades de los países ricos (de sus empresarios fundamentalmente). Denuncio desde aquí, por tanto, las «políticas globales» llevadas a cabo (ausencia de políticas más bien), el saqueo de recursos de países poco desarrolados y la falta de apoyo a su desarrollo, debido, entre otras cosas, a la nefasta competitividad que hemos aceptado como marco de nuestras «relacciones» y que ha obligado a muchos a tener que desarrigarse y emigrar.
Por cambiar de tema, y al hilo de la muerte de Hessel y la propaganda que está surgiendo estos días, en la que se le presenta como representante del «pensamiento» (¿?) indignado, quisiera decir lo siguiente:
1.- Que el señor S. Hessel no ha aportado, que yo sepa, salvo para dar altavoz a la indignación general, nada sustancial que a la causa de la indignación.
2.- Que actualmente en el 15M se pueden reconocer dos sectores. Por una parte, el sector popular, que en principio ha carecido del peso y la organización suficientes y necesarias para concretar sus propuestas (aunque todo se andará) y, el otro movimiento, el oficialista que diríamos, que ha ido adueñándose poco a poco del 15M y que aglutina en su seno de Democracia Real Ya no solo a gente de la izquierd, sino también a algún empresario de renombre, apoyos puntuales de la gran banca, JSF (Jóvenes Sin Futuro), etc…
Según algunas fuentes, DRY, pretende ser la apuesta de renovación política de este país y que, mucho me temo, no va a suponer cambio sustancial a la situación de sometimiento que estructuralmente padecemos, sino una mera reforma para que siga operativo el Sistema de Dominación.
3.- Ayer mismo oí una idea, que puede ser bienintencionada, no digo que no, pero que hay que poner en cuarentena cuando menos. Se hacía una propuesta sincretista y hablaba ésta de conciliar el «pensamiento» (¿?) indignado de Hessel, con el de los partidos políticos actuales. Incidía en que a estos viejos (y corruptos) partidos se les debería exigir hacer bien las cosas y llevar adelante lo que proponen. Cuestión que no solo veo poco viable, sino imposible.
4.- La única posibilidad que considero en este momento es la de una trasformación del la sociedad llevada a cabo desde dar primacía primacía absoluta al ser humano y que incida en sus valores. Descartar por ello cualquier intento camuflado que pretenda servir al mismo Sistema de Dominación. Y esto solo es posible realizarlo desde la búsqueda de la verdad.
Hay que abogar por un cambio radical de esquemas, tanto individuales (valores, principios…) los que afectan a la participación social y control ciudadano de la acción política. Y esto solo podrá llevarse a cabo desde una auténtica revolución humana y ética. No desde una mera Reforma que pretenda adapatar el encorsetamiento legal y militarismo actual, que seguirá vigente como modelo de «Desarrollo».
Tenemos la absoluta necesidad de perder el miedo al Sistema, de actúar movidos por un ideal auténtico de verdad. Hacer un parón reflexivo y remplantearnos las mil y una cosas que damos por sentado y que están en la base, en la misma ráiz de todos nuestros problemas.