Hace dos años publicaba en Deia (Opinión del lector) lo siguiente: Mi visión desde dentro del Sistema Sanitario. Gerardo Hernández Zorroza – Lunes, 28 de Febrero de 2011 –
Desde mi pequeño rincón de médico de Atención Primaria vengo observado, y son unos cuantos años (tengo 54), el devenir de los acontecimientos en materia Sanitaria, y, llegado el punto, me gustaría poder decir algo sobre el particular
Con los años, y la comprensión que estos te dan, vas entendiendo mejor la sociedad en la que vives y su neurosis creciente. Vas entendiendo, además, que las soluciones que los responsables del Sistema Sanitario proponen, por ser hijos éstos de esa misma sociedad, están contaminados de neurosis
En cuanto a nuestra labor asistencial, ha explosionado en los últimos años la informatización de procesos. Es cierto que se ha mejorado, sobresalientemente, la comunicación de nuestras consultas con el Hospital mediante el programa Global Clinic y que se ha bajado, con los genéricos, el precio de los múltiples medicamentos que se prescriben, sin embargo, percibo, hemos empeorado en otras facetas sensibles y primordiales del funcionamiento de la Sanidad.
Más que en sentido de la humanización de la Salud, entiendo, caminamos hacia la robotización, hacia la atención del individuo humano visto como caso clínico o «proceso”. Crecemos hacia el super-control (ineficiente si evaluamos los resultados en términos de salud) de la actividad asistencial, pero es la misma sociedad moderna la que continuamente genera más y más patología, ante lo cual nos conformamos con poner meros parches y cataplasmas e ir «tirando». Los gestores de la superestructura sanitaria se han hecho expertos en “control y gestión», en base fundamentalmente a datos y cifras, de la actividad de los profesionales y es conocido por todos nosotros, (los que quieren ver la realidad, claro está) que esas cifras distan mucho de reflejar la calidad del trabajo que prestamos, a pesar de lo cual es el criterio que se utiliza para querer “premiarnos” y concedernos determinadas ayudas económicas y formativas.
Existen diversas cuestiones sociales troncales, generadoras de patología que se tienen poco o nada en cuenta, y que por nombrar cuatro de ellas, comentaré.
Una, ésta de tipo psico-espiritual que diríamos, es el miedo social alimentado (elemento fundamental de control de tiranías de todo corte), que traducido a lo personal se manifiesta como una necesidad de tener seguridades cuasi-absolutas.
Otro segundo aspecto es la creencia de escasez y la avaricia a que nos conduce. Eje que mueve, diría yo, la Economía mundial.
Un tercer aspecto a destacar es nuestra creciente robotización, obligados como estamos por una actividad cada vez más vertiginosa y sin tiempo material para pensar.
Por no hablar de la forma de entender el trabajo (asalariado en el 90% de los casos), su precariedad creciente, etc, etc, etc… En fin… salvo la “Salud” de los Bancos, lo demás parece notablemente secundario.
Los gestores de este Sistema Sanitario nos han metido a todos, muy diligentemente eso sí, dentro de los sistemas ISO de control de calidad y “excelencia” empresarial. Están muy preocupados más que por otras cosas (no albergo ya ninguna duda), por los datos que demandan y obtienen del ordenador para, según quieren hacer creer, “controlar y mejorar el resultado de la actividad asistencial” y que así se cumplan los estándares establecidos por la ISO, aunque se olvidan de suministrarnos el tiempo y el soporte con el que poder abordar, sin morir en el intento, la atención en consulta de una media, en mi caso, de más de 30 pacientes diarios, cuando no 57, además de avisos domiciliarios y otros aspectos que implica nuestra labor médico-sanitaria.
Con ello, no estoy negando la utilización de la informática en las consultas como herramienta para el profesional, ¡eh!, lo que estoy queriendo decir es que en esta tesitura social que vivimos, los que están (han querido estar) arriba se sirven de este tipo de gestión, justificativa hacia el exterior, y, los de abajo, estamos desbordados frecuentemente por la cantidad de demandas que llegan a nuestras consultas. La sociedad, mientras tanto, sigue a lo suyo, como una cabra.
PD: Hasta ahí lo escrito hace dos años y que, a día de hoy, salvo cuestiones muy puntuales de organización interna en la que tengo que reconocer la ayuda de la Gerente de Comarca Uribe Costa para que se cumplieran mis demandas, no ha habido un cambio sustancial de la situación general. En lo personal sí, pues solicité trabajar a media jornada/jornal.
Estoy convencido de que la única forma de corregir el grave problema sanitario que tenemos –antes de abordar un cambio más radical hacia una autogestión consciente de la salud– pasa por la concienciación de la necesidad de cambio desde las actitudes dependientes en que ha crecido la población general hacia otras formas más proactivas, de mayor autogestión de la salud. Pero hasta que esto sea viable habrá que simplificar la maquinaria administrativa (calculo que el 80% aproximadamente del tiempo, si no más, lo dedicamos a cubrir este aspecto) y habrá que dotar de refuerzos (humanos, no de otras historias) a las plazas más saturadas. El tema de las terapias alternativas como posible salida a la dependencia de la Gran Industria del Medicamento es otra cosa de la que, muy probablemente, en el futuro tengamos que hablar largo y tendido.