Acabo de encontrar una viñeta de humor que me parece tremendamente significativa. En ella se ve a dos altos representantes de Poder hablando sobre la salida de la crisis y dando por supuesto que lo tienen todo muy bien estudiado, pues, como dicen, han ensayado el proceso antes con ratas de laboratorio.
Las ratas (nosotros sin sentimientos, sin entrañas) respondemos igual que estos roedores, y eso lo saben muy bien los psicólogos de la mente, que experimenran habitualmente con ellas a la hora de sacar conclusiones sobre el comportamiento de los seres humanos corrientes. Y lo saben también muy bien los líderes políticos que pretenden completar este «difícil» proceso de «ajuste social» requerido por las «altas instancias». Grandes ratas, amigos que queráis ver cual es su verdadero rostro, grandes ratas.
Tras haber realizado a nivel general un lento proceso de lavado de cerebro que nos ha llevado a la actual situación que, sin rubor, se han atrevido a denominar «Sociedad del Bienestar» o del «Progreso», han actuado –y me estoy refiriendo a los mismos líderes políticos– y servido de reclamo o señuelo a la avaricia de otras ratas (humanos sin entrañas).
Lo que no están sabiendo ver estas grandes ratas es el futuro que les espera, en el cual, no tengo ninguna duda, están destinadas a servir de alimento, ya bien cebadas, a esos que ya se conocen –porque además no se ocultan– organizadores del cotarro, supuesto festín para unos pocos privilegiados, el llamado grupo Bildeberger y sus útiles asesores.
Que no son como podríamos pensar voraces lagartos, dados nuestros antecedentes remotos (testigo de ello queda lo que los anatomistas llaman cerebro primitivo o «de reptil»), sino que son más bien ávidas serpientes que, en vez de dejarse hipnotizar por nosotros y nuestra manera de «tocar la flauta», son ellas mismas las que se han reído de nosotros y nos han hechizado con sus siseos y cantos de sirena. Todo ello, claro, para envenenarnos, envenenar las fuentes limpias de nuestras sociedades y dejarnos sin fuerzas ni respuestas.
Pero están muy equivocados estos seres humanos que se comportan como ofidios venenosos de la peor calaña, porque hay much@s que han encontrado ya su antídoto, y están enseñándoselo a encontrar también a los demás. Un antídoto que no hay que ir a buscarlo como se suele pensar fuera, sino dentro, en nuestro propio interior.
Allí donde somos y seguimos siendo puros, y donde está siempre el remedio y la fuente de nuestra sanación.