SOBRE LA LIBERTAD DE LAS PERSONAS, LOS PUEBLOS…

Los políticos, los tertulianos habituales antiseparatistas, furibundos algunos (que son los que alimentan más la división), la gente con poca consciencia, no entiende bien lo que significa la auténtica libertad; una libertad ésta que puede ayudarnos a crecer en unidad. Pero, eh, cuidado, que no defiendo tampoco a aquellos otros, condicionados como están por consignas nacionalistas al uso (anti), y que, por ejemplo, como advierte Teresa Forcades, no comprenden que se puede pasar de una Catalunya «insuficiente para todos» en manos del Gobierno español a una Catalunya, parecida a la postre, en manos de otro poder distinto, como la Caixa.

Ningunos de estos poderes pueden traer, entiendo yo, la paz y la libertad auténticas. Probablemente conducirán, sin más, a que algunos se hagan aún más ricos, sin que las cosas mejoren a nivel general, en absoluto.

Pero no podemos renunciar a conseguir esa libertad, y posterior unidad, anheladas, aunque éstas deberán provenir no de la manipulación de algunos poderes, sino del compromiso y la responsabilidad individual, de propugnar un cambio individual y una organización social distinta, que emerja poderosa desde la base. Una base que para ser poderosa y crear y crecer en unidad, deberá cambiar también y hacerse consciente. Para ello estamos obligados individualmente a desterrar nuestra conciencia de escasez y nuestro ego competitivo.

En la comunidad esenia, en tiempos de Jesús, funcionaba el trueque. Pero no un trueque como entendemos de yo te doy 2 y tú me das el equivalente, sino yo pido cuando necesito y doy aquello que sé y puedo aportar.

Sería bueno poder trabajar en nuestras comunidades de base desde esta conciencia y perder el miedo a dar, a mostrarnos tal cual somos. Pues que sepamos que solo engañamos a los que nos quieren también engañar.

Nos han educado más que para expandirnos y dar lo mejor que tenemos, en la crítica y represión de nuestras potencialidades. Y nos han encogido, a «seres nada», fácilmente manipulables.

Por tanto, deberemos recuperar ese poder y la autoestima; perder la vergüenza instalada en nuestras mentes para hacernos, como he dicho, fácilmente manipulables. Podemos pensar que peor que los que nos dirigen (desde la sombra) no lo vamos a hacer.

Nuestros chavales se han quedado sin trabajo y, además, sin ni oportunidades de conseguirlo de forma digna. No podemos permitir que esto siga sucediendo por más tiempo. Debemos, pues, espabilar, para cambiar esto entre todos, auténticamente unidos. No en masa, sino en consciencia.

Nos sentimos como aquellos pajaritos, acostumbrados a vivir en una jaula. Cuando un día el cuidador decide dejar la tapa abierta, al principio nadie intenta salir, nadie se «arriesga», incluso cuando la comida empieza a escasear. Pensamos: si esto sucede aquí, cómo será la cosa fuera; además es peligroso, pues perdemos toda nuestra «protección».
De repente un día un pajarito decide arriesgarse y sale. Al cabo de un tiempo le sigue otro y muchos más salen cuando ven que sus compañeros vuelven felices, tras comprobar que la jaula que pensaban les protegía (en resumen, el miedo, con todas sus variantes), era la causa principal de su sufrimiento, de su precaria situación.

AMPLIACIÓN DE CAUCES

Las instituciones locales, en contacto más directo con la gente, deben promover espacios amplios donde poder compartir ideas y experiencias y, desde allí, promover iniciativas de empleo que atiendan a sus verdaderas necesidades, ya que disponemos de un caudal imponente de inteligencia, diríamos que hibernando, y que deberemos espolear con decisión para que arranque, y se ponga en función.
Nuestra mente social actual, con los políticos reformistas de abanderados, está condicionada y se ve frenada por anteriores experiencias de fracasos revolucionarios, debido a que los hombres y mujeres que los promovieron no eran conscientes, no hicieron el trabajo previo, que es personal, pues ningún cambio externo puede sustituir al, necesario e insustituible, cambio interno
Pero estamos en un momento distinto, porque aunque tenemos Gobiernos inspirados en el miedo, la competitividad y el egoísmo, la consciencia está creciendo, ha crecido notablemente, aunque no resulte visible en muchas ocasiones a una opinión pública bombardeada con desgracias.
Necesitamos confiar, estamos preparados para arriesgar, hemos alcanzado la suficiente masa crítica para asumir cada uno de nosotros nuestro compromiso.
La consciencia está empezando a arrojar al vertedero de residuos tóxicos el miedo y la conciencia de escasez. Debemos ampliar el cauce para que discurra.

Debemos ser conscientes, bien conscientes, de que no necesitamos rogar a nadie para que nos de, que tenemos la capacidad de conseguir nuestros anhelos, los que surgen del sentimiento más puro, del corazón. Y salir de la servidumbre de nuestra mente, socialmente programada para servir a «los señores».
Hay que empezar a formular por todas partes, en lugar de mensajes de miedo, consignas de Poder, que sean como un aldabonazo a nuestro corazón dormido. Solo así podremos ponernos en acción y dejar a un lado ese ego divisor, además de programado por nuestros dirigentes para dividirnos. Juntarnos, entonces y de esa manera, en torno a nuestra consciencia, nuestra verdadera esencia que, aunque no lo crean, está despertando, sin miedo, porque no tiene nada importante de veras que perder.
Comprenderemos entonces que dejar discurrir las cosas, como interesa a los intereses creados de siempre, supone aumentar nuestra división. Y que «David», con esa consciencia, es capaz, sin el más mínimo atisbo de duda, de derrotar a todo un ejército de Goliat, pues la realidad le brinda entonces la inteligencia y posibilidad de hacerlo, trasladando sutilmente el miedo a los troles, y confundiéndolos.

FDO: