Cartas al Director

Tu voz en la Red

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sábado

11

julio 2020

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Causas y efectos

Publicado por , Posteado enOpinión

Convendría recordar que en la naturaleza existen causas y efectos o acciones y reacciones voluntarias e involuntarias.
La primera reacción involuntaria es nacer.
Nadie, ni en general ningún ser vivo, lo decide. Se puede decidir que nazca un tercero, pero en ningún caso fue decisión de ese tercero el hacerlo.

Acompañando a este hecho «involuntario» existen otros; ni el sexo, ni la raza, ni el color de piel, ni la carga genética, ni los padres que tocan, ni el país en que se nace, etc, son decisiones voluntarias.

Se empiezan a tener decisiones voluntarias cuando el ser humano se da cuenta que, además de compartir similitudes con el resto de especies animales, posee razón, es racional. Los expertos sitúan a la edad de entre dos y cuatro años el acontecimiento, el hacerse cargo de la racionalidad. En general empieza con dos monosílabos un «si» y un «no».

Estos dos monosílabos nos acompañan el resto de nuestras vidas y su uso está fuertemente marcado por la personalidad del sujeto.
En tanto que se empieza a ser adolescente y de ahí a adulto, las decisiones involuntarias, las que podían tomar nuestros progenitores por nosotros, dejan cada vez más paso a las voluntarias.

Se está llegando a peligrosas conclusiones y sinonimias entre los términos voluntario e involuntario.
Parece importante recordar que, ser varón, occidental, blanco, etc. es involuntario. Es, sin embargo, voluntario; ser racista, ser machista, ser homófobo, xenófobo, etc. y en general cualquier decisión de este tipo que implican voluntariedad del sujeto. Por muy adoctrinado que se esté en la juventud, la decisión última, el «si o el no», dependen de cada uno.

Criminalizar a un colectivo por el hecho de compartir reacciones «involuntarias», atribuyéndoles la voluntariedad colectiva, en vez de la responsabilidad individual, atenta contra cualquier Estado de derecho.

Los delitos, la falta de ética, de moral, de humanidad, de educación, etc, son acciones » voluntarias » e individuales, que sólo representan a quienes de cualquier raza, sexo, edad, etc, cometen estos actos.

Aplicar responsabilidad colectiva es, además de un atentado contra los derechos humanos, un ataque frontal contra unas leyes naturales que el ser humano en ningún caso puede determinar, ni, en el caso de existir, la de un ser trascendente que caería en contradicción, dotando a la naturaleza de leyes arbitrarias y a una de sus especies de voluntarias.

Desde el momento que nos hacemos cargo de nuestra racionalidad, nos gobierna una voluntad, la propia, el «si o el no» dependen de ti.

miércoles

22

abril 2020

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Ínsula Barataria

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Fragmentos de la carta apócrifa de Sancho a Teresa, su mujer, cuándo cree que se ha convertido en gobernador de una Villa, la ínsula Barataria.

Recuerda la carta, de 1614 según Cervantes, a la que podrían mandar; Pedro a Begoña, Pablo a Irene, Pablo a Isabel, Santiago a Lidia y en general a la de cualquier cargo político, de cualquier signo/sentido (sentidos contrarios misma dirección) y de la gran mayoría de chupatintas que mantenemos… véase; presidente, ministros, presidentes regionales, alcaldes, concejales, adjuntos…

La carta, ficticia, la revisa la Duquesa. Bien fácil es asimilar a los Duques de entonces con los Reyes de ahora, la duquesa por Leticia, el duque por Felipe.
Para más similitud, a Sancho le escriben la carta, era analfabeto, y dicen que los Sánchez son los hijos de Sancho (…).

Fragmentos de la carta:

Si buenos azotes me daban, bien caballero me iba; si buen gobierno me tengo, buenos azotes me cuesta. Esto no lo entenderás tú, Teresa mía, por ahora, otra vez lo sabrás.
De aquí a pocos días me partiré al gobierno, adónde voy con grandísimo deseo de hacer dineros, porque me han dicho que todos los gobernadores nuevos van con ese mesmo deseo…

En acabando la duquesa de leer la carta, dijo a Sancho:

-En dos cosas anda un poco descaminado el buen gobernador: la una, en decir o dar a entender que este gobierno se le han dado por los azotes que se ha de dadar; la otra es que se muestra en ella muy codicioso, y no querría que orégano fuese, porque la codicia rompe el saco, y el gobernador codicioso hace la justicia desgobernada.

– Yo no lo digo por tanto señora – respondió Sancho- , y si a vuestra merced le parece que tal carta no va como ha de ir, no hay sino rasgarla y hacer otra nueva, y podría ser que fuese peor, «si me lo dejan a mi caletre».

– No, no – replicó la duquesa -, buena está ésta, y quiero que el duque la vea.

No sé, pero a mí me trae ciertos recuerdos contemporáneos. Claro que cuesta imaginar a Leticia replicando. Cuesta imaginar a la Casa Real dando un paso al frente, en general cuesta imaginar a la casa real dando un paso que no sea por salvar sus propios intereses.

Pero claro todo aquello era ficción, doble ficción en éste capítulo, y todo esto es realidad, doble realidad, la que vivimos y la que viven.

Con todo, Sancho dejó el cargo de gobernador a los diez días, se fue cómo llegó, sin hacer ruido, sin llevarse un duro y resolviendo magistralmente todos los entresijos a los que, con el cargo, tiene que atender un gobernador… esto recuerda en nada a la actualidad, hay que hacer un esfuerzo » sobrehumano » para imaginarlo.

No estaría demás que la inmensa mayoría de políticos, gobernantes, ministros, alcaldes, concejales, adjuntos, casa real y la madre que los parió, leyeran estos libros, o algún libro, o algunos fragmentos de algún libro.

A Irene, por ejemplo, le vendría muy bien leer uno de los juicios que tiene que atender y resolver Sancho en este mismo capítulo, sobre todo para no socavar ese derecho inalienable que tenemos todos (incluidos los hombres), que es la presunción de inocencia.



domingo

12

abril 2020

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El Demiurgo

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El Demiurgo

Hacia el año 360 aC. escribió Platón uno de sus diálogos más conocidos, El Timeo, dónde se inventa al Dios creador » El Demiurgo » que vendría a ser una especie de artesano, ingeniero qué, tomando del mundo inteligible, mundo de las ideas, los modelos, creo todo a su imagen y semejanza, con la idea de bien y justicia cómo máximas. Quizás no haya quedado bastante hablado o escrito el hecho de que las grandes religiones abrahámicas o del libro; judía, cristiana y musulmana se sirvieron y tomaron este ejemplo para redactar su propio génesis del universo.

Esto tendría poca relevancia hoy, más allá de la noción histórica, si no fuese porque, sobre todo en occidente, se han trasladado los ideales religiosos, hacia los ideales políticos y económicos. Digamos que empezó a suceder con la ilustración y las revoluciones sociales, industriales y económicas.

Pues bien, la palabra » ideal » deriva del griego o de su transliteración latina del » eidos» , » idea» platónica. Sea pues por eso por lo que se conoce la filosofía platónica como idealista.

Hacia el año 367 aC. llegó a la academia platónica Aristóteles, el otro gran pensador del que toma sus raíces la cultura occidental.
Aunque en vida de Platón se respetaron mutuamente profesor y alumno, Platón lo llamaba la inteligencia de la academia, a la muerte de éste empezaron las dicotomías aristotélicas y platónicas. Aristóteles se opuso frontalmente a la teoría o doctrina de las ideas argumentando su propia filosofía » realista » en la que no tiene cabida un mundo inteligible, suprasensible, separado del mundo » real «.

Siendo esto así, todos los pensadores posteriores y en general, influidos por estos o por las religiones o por los poderes políticos y económicos, cada uno de nosotros nos posicionamos o dividimos de algún modo, en platónicos o aristotélicos, idealistas o realistas. Podría ser esta una más de las divisiones que necesita el ser humano, al modo; cristiano, protestante; apolíneo, dionisíaco; derechas, izquierdas o simplemente sevillistas, béticos, si no fuese por la perversión que lleva implícito el término » ideal » si se usa instrumentalizado, cosa que no hizo Platón directamente, aunque su «Polis ideal» de la República, es tan utópica cómo algunos de los sistemas que se proponen en la actualidad.

La defensa de un » ideal» es algo abstracto, es la defensa de una » idea» propia o en la mayoría de los casos ajenas y, de una u otra forma, impuestas por y sobre todo para «terceros».
Frente a eso, la » realidad » es lo complejo de las cosas, aquello que Aristóteles llamaba la » phisis » física, mundo físico, real, sensible, que no se puede obviar por abstracto, ni defender con otras armas que los hechos, pero nunca con las ideas.

Claro pensando un poco en esto y en la » realidad » actual, se está empezando a demostrar cómo todos los sufijos «istas» que tienden a los extremos ( también Aristóteles habló del justo medio), están perdiendo su sentido » ideal» » abstracto » en pos de una realidad, pongamos que natural, que nos está haciendo iguales, sin necesidades abstractas, al igual que la razón y la muerte nos hacen tal.

No puedo dejar de acordarme de los fascistas, comunistas, capitalistas, machistas, feministas, racistas nacionalistas, separatistas, y en general de todo lo terminado en «istas»en ese sentido, radical/extremo, que se erigen como los nuevos Demiurgos, y en su defensa ideal; de justicia y bien, de la diferenciación entre Estados, grupos, sistemas, etnias, géneros, etc., cuándo una «realidad», imperceptible incluso, nos muestra cómo realmente somos.

No puedo más que decirles qué, en lo básico, en la vida y la muerte, somos todos exactamente iguales, la «realidad», pues, es infinitamente superior y más compleja que esos asquerosos » ideales » que tratan de defender y casi siempre enajenar.

Sería más conveniente en este sentido ser aristotélico, para salir de éste, y en general de todos los problemas de esta índole, que tienen que ver con el grueso colectivo, no unitario. Dejemos así que lo platónico quede para lo individual y/o poético…para aquello que todos conocemos cómo «el amor platónico» y que se imponga la realidad mental, no sólo la realidad de hechos.