Entre lamentos, rabia e indignación, cae por encima un profundo sentimiento de tristeza al ver como se deja en el abandono al ya bien llamado “centro de referencia” Ciomijas.

La Junta no paga y la entidad gestora se ve abocada a la ruina. Conflictos económicos a los cuales se ha buscado como única solución la consolidación de un ERTE. O lo que los que estamos implicados entendemos cierre de actividad y a la calle. En ella, familias indecisas por no saber hacia dónde ir, alumnos que se desesperan al ver que no tienen nada que hacer con su futuro y una entidad gestora que tiene que lidiar esta triste situación. Desesperación que lleva a aportar el abandono del barco de forma voluntaria al ver que se hunde. Que se hunde definitivamente.

Y lo peor es el motivo. El indecente motivo. Porque resulta indecente ver cómo día a día se van sorteando abusivos inconvenientes económicos a base de impugnaciones, resoluciones judiciales que bajo una falsa temporalidad acaban prescribiendo, así como de tomaduras de pelo continuas por parte de grandes politicuchos de tres al cuarto que tras una lluvia de críticas se ríen del pueblo mientras disfrutan de sus deshonestos beneficios.

Y en medio de ese escenario se nos hace llegar que falta no sé qué justificación de no sé cuántos años que por no sé qué absurdo y nuevo motivo ahora hay que justificar. Estos años atrás no, pero resulta que ahora sí.

Y ya está.

Si no entiendo mal, justificamos al impúdico salvándole su indecente trasero pero somos los más papistas a la hora de mirar con una nueva y recién construida lupa unos posibles errores de forma que nos sirvan de báculo para no formalizar una situación económica.

Señores implicados: detrás hay una empresa que carga con el peso de un montón de familias que han dedicado lo mejor de ellos durante ocho años de sus carreras profesionales (para algunos toda su carrera), así como el peso de unos 80 alumnos, que se dice pronto, que a día de hoy no van a tener NADA y cuyos esfuerzos por formarse habrá sido una cruda pérdida de tiempo.

Si el centro de referencia desaparece, todos aquellos exalumnos que durante tantos años pasaron por aquí presentarán una titulación de un centro que lo era, pero que ya no existe. Crudo. Muy crudo formarse en ese centro que había antes, pero que en cuatro días caerá en el olvido y que por desgracia se irá disolviendo como se disolverá la formación obtenida.

Señores implicados: en este caso en concreto hay mucho más detrás que una simple implicación económica. Esto no es perder un trabajo. Es perder nuestra referencia.

Yo ya no podré decir que participaba en Ciomijas porque nadie sabrá qué es, pues no será nada. Pero lo más triste será que aquellos alumnos que hayan tenido la suerte de obtener el título cursado en Ciomijas tendrá un título cuyo reconocimiento inevitablemente no será el mismo.

Venga. Y ahora van y nos venden que están haciendo las cosas como deben, que ahora toca jugar con formalismos que no existían. bla, bla, bla…