(Del Libro «Sol y Niebla. Epistolario»)
Es obligado para el espíritu sentirme cerca de la llegada al muelle del Puerto de Málaga del Buque Contramaestre Casado de la Armada Española del que desembarcan los Legionarios del Tercio Gran Capitán de Melilla y su descenso a tierra.
Hacia el medio día los Legionarios llegan desfilando a la Plaza de Santo Domingo. Dan lugar al relevo del Estandarte del Cristo al Tercio del Duque de Alba y a continuación comienza el traslado tradicional del Cristo de la Buena Muerte.
Levantado a pulso, los Legionarios cantan su Himno “El Novio de la Muerte” mientras pasean al querido Cristo de Mena.
Meterse en la piel de quienes son defensores de nuestra España resulta fácil y es de agradecimiento. Son protección, dedicación, unión y compañerismo que en el resto de la sociedad española en ocasiones echamos en falta. Por ello se les admira.
Desconozco en que sinfonía ha quedado la “buena disposición” de la entonces Ministra de Defensa Carmen Chacón adherida al PSOE (año 2010) de meterse en vida y personalidad de los Legionarios.
El nuevo Reglamento que Carmen Chacón mención hacía de que los Legionarios no podrían tocar el Himno Nacional a la salida de la Procesión del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas (conocido también por el Cristo de los Legionarios o el Cristo de Mena) como decimos por estos lares… “a la larga le salió rana”.
Lo que obvió aunque ató; es que los Legionarios que participan son voluntarios. Tanto como la participación este año de un Legionario musulmán en el traslado de la Cruz con el Cristo. El Cabo originario de Gambia Mouhammadou Bahaga Sankounech que aproximándo su marcha del Ejercito La Legión quiso se le permitiese el privilegio de portar el Cristo. Ya que el Cristo de la Buena Muerte: Es el Cristo de todos. Siéndole cedido por otro compañero Legionario el puesto. Este hecho nos lleva a recapacitar el grado de compañerismo y unión entre los Legionarios. Y el merecimiento ganado por ese Legionario que cedió la esperanza de ser un año más; unión con el Cristo.
Siempre quedará en Crónicas (del mal hacer) que la Señora Chacón llevó a suprimir los Honores al Cristo de la Buena Muerte y en cambio a civiles menos meritorios les adjudicó honores que no han sido entendidos por quienes rechazamos la ocultación de nuestras raíces.
El Cristo de la Buena Muerte es entrado a la Casa de la Hermandad y elevado a su trono. Detrás como si se tratase de su propio reflejo en espejo una pintura que se mimetiza.
La Plaza quedará momentáneamente sola la Procesión retomará las calles a la hora octava y Málaga se vuelca con su Cristo de la Buena Muerte que no se disocia de los Legionarios.
El Acuartelamiento Millán-Astray en Melilla recibirá de vuelta; todos aquellos Legionarios que dispusieron su tiempo de entrega al Cristo de la Buena Muerte y Ánimas.
Y quedará visto y escrito en este 2 de abril de 2015.
Carmen Amigó y Pérez-Mongay
Posdata/ Mi agradecimiento al Comandante Menéndez Moro del Acuartelamiento Millán Astray de Melilla que tuvo la amabilidad de atender mi llamada. Mi agradecimiento a lo que la Legión representa. De una hija que se sintió siempre honrada de que su Padre Modesto Amigó perteneció a Regulares.
EL NOVIO DE LA MUERTE
Canción del Legionario.
Nadie en el Tercio sabía
quién era aquel Legionario
tan audaz y temerario
que en la Legión se alistó.
Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo el corazón.
Más si alguno quién era le preguntaba,
con dolor y rudeza le contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tan leal compañera.
Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera,
defendiendo su Bandera,
el Legionario avanzó.
Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.
Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el Legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.
Y aquella carta decía:
«…si algún día Dios te llama,
para mí un puesto reclama
que a buscarte pronto iré».
Y en el último beso que le enviaba,
su postrer despedida le consagraba.
Por ir a tu lado a verte,
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi Bandera.