Es increible que en el siglo en el que nos encontramos, todavía existan personas «por llamarles de alguna manera» que lleven su título por delante para exigir algún tipo de trato privilegiado o para justificar su despotismo ante otros. Pero lo peor no es que este tipo de personajes (a mi parecer de vida triste he insulsa, siempre condicionado al mantenimiento de su estatus) tengan ese trato hacia otras personas, si no quién permite que sea así.

Y lo más triste de todo no sólo lo hacen personajillos con título, además esto se extiende a personajillos con poder adquisitivo «demostrado o aparentado» y politiquillos «presuntamente inocentes».

Sinceramente creo que si el trato fuese igualitario para todos en todos los sentidos otro gallo cantaría en españa.