Cartas al Director

A las balizas de protección de una parte de esta carretera N 330 parece que un vendaval (algo más fuerte) las ha arrancado. Mientras en el arcén una furgoneta que dice algo parecido a mantenimiento de ministerio sigue aparcada con la culera invadiendo calzada.
Ida y vuelta. Y allí continúa en dique seco.
Pasado el momento de crítica lo bello que ha traído esta primavera en bordura de carretera, campos de cereal y cunetas son las amapolas. Que siendo flor sencilla y delicada no por ello deja de ser vistosa.
Las semillas de la amapola en medicina natural son de aplicación como calmante nervioso del organismo (a tener muy en cuenta en los momentos de estrés) y pueden en actualidad encontrarse en los elaborados productos de panadería-pastelería.
Las extensiones de flor escarlata han sido ciertamente multiplicadas en esta primavera 2013. Cuenta hecha de lo que venimos conociendo año tras año aquello quedó en mero anuncio.
El “regalo de lluvia” hizo que su ocupación haya pasado de simple ribazo y pinceladas en campo a vivir en bastidor que ni pintor hubiera imaginado.
La carretera N 330 se hace presente y en ella parches y agujeros. Para el copiloto no es lo importante. Lector de cuanto muestra la naturaleza comparte complicidad con su cámara. Es cómplice de la plasticidad de la amapola que apenas deja notoriedad para el malvavisco o la margarita espontánea.
El rojo lo llena todo. Lo impregna todo; como antes lo hiciera la nieve.
Blanco. Rojo. Pronto dará respuesta el labrador a su color amarillo: Trigo.
¿Hasta cuando la amapola?

En instantánea.

Carmen Amigó y Pérez-Mongay