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27

febrero 2013

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AMAESTRAMIENTO SOCIAL: UN APUNTE

Publicado por , Posteado enOpinión

Acabo de ver una viñeta graciosa de Forges, donde los miembros directivos de la Empresa (un grupo hermoso) se dirigen imperativamente a un currante para que aumente su productividad. Lo cual me recuerda al Sistema «Productivo» que domina en la Función Pública, de jefes y jefecillos que tratan de implantar sus propuestas cambiantes, sin discusión además, y que nos están conduciendo a la desunión creciente, a infantilizarnos, amén de la consecuentemente desmotivación.
Nos están amaestrando a base de obligarnos a meter la cabeza, de aumentar el «tiempo útil» de trabajo, dale que dale, sin tiempo apenas para compartir.
En el ámbito en que me muevo, la Asistencia Primaria, los problemas que surgen son resueltos, en vez de por el sentido común y compartiendo las cosas entre compañeros, por Comités de gestión de incidencias, que reciben unos informes que nos animan a rellenar cuando surge algún problema. El más mínimo.
En estas épocas invernales, por ejemplo, las lista de pacientes (habitualmente cada 10 minutos) se puede llegar a duplicar, fruto de las infecciones invernales y sus problemas colaterales añadidos. Amén de la labor administrativa que ocupa, en muchos casos, más de las tres cuartas partes del tiempo de consulta. Sin olvidar otras exigencias modernas (cada día hay más), los avisos domiciliarios…
Desde todos los ámbitos de la sociedad se nos adoctrina a través de la propaganda y se nos amaestra con un trabajo asalariado que aparte de dividirnos cada día más, frecuentemente nos enfrenta y desvía nuestra atención del control al que estamos sometidos y lo que este pretende: anularnos como seres pensantes y frenar así nuestra posible rebeldía.
Este control nos programa como máquinas, midiendo nuestra productividad con parámetros numéricos e intenta, en su inconsciencia, incrementar cada día más el tiempo útil. Una maravilla, vamos…
Hierran gravemente nuestros amaestradores si pretenden anular nuestra inteligencia y nuestras mejores capacidades y nos tratan como «recursos» para sus fines. Pues antes que «recursos», somos seres humanos, y desarrollamos nuestras capacidades sobre todo cuando trabajamos en grupo y en armonía.
Recordar también que la explotación de los «recursos» tiene además un límite. Les remito para ello a todos estos economistas, que abundan en la gestión pública, a la famosa «Ley de los Rendimientos Decrecientes». Aunque nos consideren maquinitas, debieran saber que, superado un dintel de explotación, la productividad, lejos de aumentar, decrece, y no de forma aritmética, sino exponencial.


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