Me estoy arrepintiendo de haber sido honrado. Me estoy arrepintiendo de haber pedido siempre disculpas. Me estoy arrepintiendo de creer en los sermones mitineros. Me estoy arrepintiendo de esperar la llegada del maná. Me estoy arrepintiendo de ser como aquellas personas “buenas” quisieron y me esculpieron.

Antes no soñaba, porque todos los días creía palpar una parte del paraíso… era joven.

Antes no esperaba, porque creía recibir de corazón lo que en realidad me daban como precio de compra.

Antes no me arrepentía, porque me educaron para pensar que yo era el “bueno”.

Ahora sueño, me arrepiento y espero… porque la “mentira” ha envuelto todo y en la cima del monte de las tentaciones he visto al diablo, al todopoderoso usurpador, al falsificador “summa cum laude” y tras él a los falsos discípulos hambrientos de poder.

Ya no me centro, porque, queriendo ver y palpar aquello en lo que me educaron, sólo veo muchos trabajadores a sueldo del Estado, antes con sotana, ahora sin ella.

Ya no me centro, porque el entrenador me coloca fuera de lugar, a empujones, impidiendo que diariamente me acerque, cerrando para eso las iglesias, las capillas y hasta el confesonarios.

Ya no me centro, porque no sé si “La verdad me hará libre” o “ciertas verdades me facilitarán la vida” … Si así fuera, entonces todos me habrían engañado.

El tiempo dirá lo que sea. Lo dirá sin aspavientos. Lo dirá en silencio y a cada cual.

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Asenjo ha dicho que la corrupción es pecado, que ésta se debe a la secularización de la sociedad, y que siempre hay que devolver lo robado.

Pues mire, “Señor” Asenjo; predique con el ejemplo y comiencen ustedes por devolver los 3.000 millones de euros que dejaron de agujero en la Cajasur eclesiástica, por lo que algunos de sus Curas—banqueros, fueron condenados por la Audiencia Nacional.  

Como Obispo que usted fue de Córdoba, sabe muy bien de qué le hablo y la ruina que dejaron en Córdoba, para al menos 3 generaciones.

En cuanto a relacionar corrupción y secularización, no le consiento el insulto y le recuerdo que la Iglesia tiene a sus espaldas robos, perversiones, genocidios, pederastia, y un largo etc.; como para dejar en pañales a la peor de las mafias “seculares”.

¡Ya está bien!

Rafael Bueno. Córdoba.