“Algunos” se muestran públicamente “muy indignados” y califican de “ataques a la Iglesia”, cuando se habla y no digamos ya cuando se denuncia; la pederastia clerical, los tejemanejes pseudomafiosos del Banco Vaticano, el saqueo de la exCajasur, el pésimo ejemplo de buena parte de la anticristiana jerarquía eclesiástica; etc.

Y esos mismos además, hacen todo lo posible e imposible para silenciar esos comentarios y purgar inquisitorialmente a los que los hacen.

¿Los que no están conmigo están contra mí? ¿Muerte al mensajero? ¿Omertá eclesiástica?

Pues bien, sepan todos esos sepulcros blanqueados hipócritas y fariseos (así definidos en la Biblia), que son ellos; unos con su cobarde silencio cómplice y otros con su indecente apoyo a los verdugos; los verdaderos responsables y culpables.

Y por supuesto, los que realmente atacan a la Iglesia de Cristo, convirtiéndose así en sus peores enemigos.

¿Está claro?

¡Por sus obras los conoceréis!

Rafael Bueno.

Córdoba.