El humorista Manu Sánchez, que se declara públicamente agnóstico y cofrade, ha escrito un libro titulado ‘Confesión de un ateo y cofrade’.

Hasta ahí, nada nuevo.

Ya sabemos todos que de esos hay miles.

Allá cada uno con su conciencia.

Pero lo curioso, sorprendente y sobre todo escandaloso, es que  en un medio de comunicación andaluz, el autor declara haberlo consultado previamente con el Cardenal Amigo Vallejo, quien le dio el visto bueno y lo animó a publicarlo, con toda naturalidad.

¡Si, si!

He ahí una muestra más del anticristianismo de una Jerarquía Eclesiástica que en lugar de velar por la moral cristiana, anima a faltar a ella.

Quizás el humorista no sepa que a esa Jerarquía Eclesiástica, lo único que le interesa es el oro, la plata, las obras de arte y todas las muchas riquezas de las Cofradías, pagadas por los Cofrades,  que obviamente pasan a ser  propiedad de una Iglesia, a la que jamás le importó la procedencia del dinero.

Y seguro que tampoco sabe Manu, que el Cardenal Amigo Vallejo, fue el mayor valedor y defensor dentro de la Iglesia, del Cura-banquero Castillejo, ex presidente omnipotente de la quebrada Cajasur de la «Santa» Iglesia Católica, que dejó un agujero de 3.000 millones de euros, pagados por todos los ciudadanos.

¡Por sus obras los conoceréis!

¡Señor: líbranos de tu Iglesia!

Rafael Bueno.

Córdoba.

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Nos hemos convertido en el primer País mundial, importador de criminales y delincuentes.

Y es evidente, ya que si por el mismo delito cometido, en tu País te matan o te meten en una cárcel en la que prefieres suicidarte; mientras que España, la máximo que estás son 10 años en una cárcel VIP; pues está claro: todos para España y Viva España.

Todo a costa, de la seguridad de los indefensos ciudadanos españoles y de nuestras más que esforzadas y profesionales fuerzas de seguridad.

Porque la casta política en su mundo, está más que protegida.

Mientras y por contra, estamos echando de España a todos los inversores extranjeros que tanto necesitamos, porque ya me dirán ustedes quien viene a invertir aquí, con la corrupción sistémica que padecemos.

Es decir, que continuamos en dirección contraria y a toda velocidad.

Ya veremos cómo terminamos.

Rafael Bueno.

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